Se ha levantado bastante revuelto tras el anuncio de bancarrota de Skully. La empresa de San Francisco nos prometía algo así como el casco de Robocop gracias a sus características que incrementaban la seguridad de los motoristas a base de una cámara de visión trasera, conectividad en tiempo real y mucha información que se mostraba en un HUD.
Pintaba maravillosamente, y más de 1.000 inversores privados anónimos decidieron apoyar la iniciativa recaudando una cantidad próxima a los 15 millones de euros mediante crowdfunding. Al final todo ha terminado tan rápido como empezó, y en menos de dos años una bancarrota se ha acabado el sueño de Skully. Un sueño de dos años entre bailarinas eróticas, coches caros y excesos personales.
Buenas ideas, malos gestores
Partiendo de la nada, Skully debería haber invertido casi todo el dinero recaudado en un departamento de investigación y desarrollo que les permitiese materializar su casco del futuro. Ahora, gracias a una demanda interna, podemos saber que los fondos de la empresa han tenido unos fines... diferentes.
La demanda ha sido interpuesta por Isabelle Faithhauer, asistente ejecutiva del CEO de Skully Marcus Weller y del cofundador y hermano de éste Mitch Weller. Faithhauer asegura que los medios económicos de la compañía se usaron por ambos de forma fraudulenta, mostrando al mundo una compañía que no era más que una farsa.
En su demanda, también asegura que los hermanos Weller encargaron a Faithhauer el empleo de una contabilidad "creativa" (era por no poner fraudulenta, pero sí, era contabilidad fraudulenta, supuestamente claro) con la que defraudar a los inversores de Skully, haciendo creer que sus fondos se estaban usando para fines corporativos cuando en realidad se estaban destinando a pagar los excesos de los Weller.
Algunos de esos gastos personales camuflados aportados por Faithhauer son los siguientes:
- El alquiler del apartamento de los hermanos Weller en el distrito de Marina (San Francisco)
- 80.000 dólares en metálico pagados a un cofundador sin nombre y falseados como gastos de un viaje a China
- Un fin de semana de alquiler de un Lamborghini
- Un Dodge Viper
- Otro Dodge Viper después de tener un accidente con el primero.
- Cuatro motos
- 2.000 dólares en limusinas en Florida
- 2.000 dólares en un club de estriptis
- 2.345 dólares en cuadros
- Un vuelo a Hawaii en primera clase
En definitiva, que después de haber superado en un 979% el objetivo inicial de 250.000 dólares, 2.446.824 dólares les debieron parecer demasiados a los hermanos Weller y se pusieron a ver cómo lo invertían y claro, se les fue de las manos.
Dentro del comunicado oficial de Skully en el que anuncian su bancarrota apuntan a "desafíos y circunstancias imprevistas" como los culpables de la quiebra financiera de la compañía. Supongo que en casa de los Weller es así como llaman a las noches de lap dance y deportivos.
Habrá que ver cómo funciona la demanda de Isabelle Faithhauer, porque además de un montón de horas extra impagadas a la asistente ejecutiva, más de un millar de inversores pueden haberse quedado colgados por la supuesta enajenación mental financiera de dos hermanos con demasiadas aspiraciones.
Vía | Lanesplitter