Hace unos días tuve la ocasión de probar la nueva Honda VTR 250. ¿Nueva? De entrada, sorprende lo de nueva porqué es una moto que estamos acostumbrados a ver por la calle. De hecho, la saga arrancó en 1982 con la primera VT250F. Y en 1997 se presentó la primera VTR con un diseño prácticamente inalterado respecto a la moto que acabo de probar. Pero más allá de ese diseño familiar, Honda ha hecho un esfuerzo para poner al día la moto rediseñando numerosos aspectos este año. De hecho, podemos hablar del renacimiento de una moto mítica, que contaba con fieles seguidores. Iremos descubriendo la moto y sus novedades a lo largo de esta prueba.
En su día fue una moto bastante vendida a pesar de contar con un precio elevado en esos momentos. Ha sido y es una moto apreciada por su gran calidad de acabados. No hay más que ver el buen estado general que tienen las abundantes VTR 250 que circulan todavía por nuestras ciudades. La calidad de acabados es una característica de las motos de Honda, pero algunos modelos parecen haber sido hechos con un mimo especial. Y esta pequeña VTR 250 es una de ellas.
La Honda VTR 250 tiene un característico chasis multitubular que le da una personalidad propia a la moto (con permiso de la Ducati Monster: la visión de este moto siempre me la ha recordado, lo que de hecho no es un mal referente). El conjunto de las marcadas curvas del depósito de gasolina junto con las tapas laterales y el guardabarros, ambos de nueva factura, le dan una imagen atractiva. Es una de esas motos que siempre atraen miradas.
La Honda VTR 250 está propulsada por un motor bicilíndrico en V, lo que ha permitido construir una moto muy estrecha. Se trata de un motor V-Twin a 90º de cuatro tiempos, con distribución DOHC y refrigeración líquida, que entrega 30 caballos de potencia a 10.500 rpm. En su diseño se ha tenido en cuenta que pueda proporcionar el máximo par posible a medio regimen, lo que da lugar a una moto agradable y fácil de llevar.
Otra de las novedades que incorpora la Honda VTR 250 respecto a su antecesora es un avanzado sistema de inyección PGM-FI con 6 sensores, para conseguir una respuesta al acelerador rápida y suave, además de una alta eficiencia en el consumo de gasolina. Todo ello, combinado con un cambio de 5 velocidades permite obtener unas prestaciones más que destacables para una moto pequeña. De hecho, las prestaciones fueron para mí una de las grandes sorpresas de la prueba, pero os lo explicaré más adelante.
Finalmente, presenta un gran escape 2 en 1 en el lado derecho con un silencioso que integra un sensor de oxígeno, un pre-catalizador y un catalizador. Todo ello asegura que el sistema convertidor catalítico reduzca las emisiones de escape muy por debajo de los exigentes niveles establecidos por la normativa EURO-3. Recordemos que fue la aparición de esta normativa la que jubiló en el mercado español a su exitosa antecesora, la Honda CBF 250, en un momento en que tenía un buen nivel de ventas.
En definitiva, una moto que transmite calidad y buenos acabados en todos sus componentes y que muestra claramente el esfuerzo que han puesto en Honda para el diseño de esta moto, en principio una utilitaria urbana económica. Vamos, que estamos frente a toda una "niña mimada", una pequeña joya mecánica.
Vamos a subirnos a ella y a ver como se comporta la pequeña Honda VTR 250... pero eso os lo explicaré mañana.
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