Personalmente me gustan las historias que ocurren alrededor del Dakar 2015, más allá de los resultados meramente deportivos. Historias de aventura, riesgo, anécdotas, alegrías y desilusiones que todos los días se producen en las etapas y de las que de vez en cuando tenemos conocimiento. Por eso, una vez dejada atrás la etapa y desde otra perspectiva, os traemos esta otra cara del Dakar.
Por ejemplo, para hablar del dorsal 65 que seguro que a muchos os sonará. Porque hablamos del holandés Jurgen van den Goorbergh. Un piloto que no destacó por sus resultados (sólo cuenta en su haber con dos poles en el mundial), pero sí por una dilatada carrera internacional que comenzó en 1991 sobre una 250cc hasta 1997 cuando dio el salto a 500, habiendo pilotado en la categoría reina Honda, MUZ Weber, TSR, Proton KR y por último y en MotoGP, la NSR500 del equipo Kanemoto en el 2002 y la Honda RC211V del Konica Minolta en las carreras de China y Francia de la temporada 2005.
En esta ocasión vuelve al Dakar seis años después de su debut en motos y con un objetivo muy claro: alzarse con la victoria nada más y nada menos que en la clasificación general de la categoría Malles Motos de pilotos sin asistencia.
En 2009, en mi primer Dakar, terminé 17º de la general como mejor principiante. Después, disputé la carrera en buggy y en camión, con mayor o menor fortuna. Tenía ganas de volver a liarme la manta a la cabeza sobre las dos ruedas, porque la moto sigue siendo mi gran pasión. He optado por la categoría de Malles Motos porque me encanta la mecánica, y así me puedo ocupar de mis propias motos.
De momento va 45 en la clasificación general tras dos etapas, habiendo acabado la primera etapa el 68 y la segunda el 41 y con un retraso acumulado de poco más de hora y media, luchando a brazo partido con Thomas Berglund quien será su principal rival.
Tengo una moto muy buena, solvente y rápida. He terminado la primera especial en la 68ª posición porque he tenido que aflojar en los últimos kilómetros. El neumático trasero estaba desintegrándose a marchas forzadas. Ha sido una mala elección sin mayores consecuencias, porque el rally no ha hecho más que empezar.
Hablemos ahora del benjamín de la carrera en motos, el argentino de 18 años Jorge Lacunza que de momento marcha en la posición 61. En estas primeras etapas juega en casa y eso se ha notado, con un ritmo muy bueno para alguien que debuta en el Dakar.
"Estaba en terreno conocido: a 200 km de aquí gané el año pasado el Rally Santafesino. Había un gentío tremendo en el podio de Buenos Aires, pero hoy era otra cosa, con toda esa gente a lo largo del recorrido. ¡Qué ambientazo! Ahora me toca ser rápido.
Al acabar la primera etapa, la cosas muy claras:
Comer, lavarme, estudiar el roadbook y descansar. Nada de una llamada rápida a la novia.
Para acabar, os dejamos con dos vídeos. Uno de detalles no vistos de la primera etapa así del momento más destacable, y que fue la avería de Nani Roma a poco más de 10 kilómetros de darse la salida.
Vía | Dakar