Seguro que alguna vez os habéis preguntado cómo se las arreglan los pilotos para saber por dónde pasar a través de un mar de dunas en el que todos los caminos parecen igual de peligrosos y las trampas se esconden donde menos te lo esperas. Marek Dąbrowski, con doce participaciones sobre dos ruedas y que este año se ha pasado a las cuatro, tiene suficiente experiencia como para contárnoslo:
Sobre dos ruedas o cuatro ruedas, da igual, la técnica es bastante sencilla: hay que mantener bastante velocidad con una marcha baja para poder recurrir al máximo de par si fuera necesario. Ahora bien, la trayectoria correcta es diferente, porque con una moto se puede atacar la duna de frente hasta la cresta, pero en coche hay que modificar la trayectoria para ‘envolver' la cresta de la duna y pasarla un poco de lado para ver bien lo que hay detrás.
Eso sí, ojo con inclinarse mucho porque... ¡el coche vuelca a la velocidad del rayo! La diferencia principal entre los dos vehículos es la visibilidad. En la moto, el campo de visión es casi de 360°, 180° en horizontal y 180° en vertical, y además puede uno parar, o por lo menos frenar, en lo alto de la duna para estudiar cuál sería la mejor trayectoria de descenso. En cambio, en un coche es imposible frenar salvo que quieras quedarte encallado, así que solo ves el cielo hasta que coronas la cresta y empiezas a bajar. Lo malo es que entonces te puedes encontrar con un descenso empinadísimo, una ‘cuba' de arena o incluso otro competidor, por qué no, y ahí tienes que reaccionar con muchos reflejos.
Quienes mejor lo tienen para franquearlas son, sorprendentemente los camiones a pesar de su descomunal peso de más de siete toneladas. Pero poder deshinchar los neumáticos hasta la friolera de 0,8 bar y una potencia de cerca de los 1.000 cv se encargan del resto como nos explica uno de los especialista, Gerard de Rooy:
Sortear las dunas tampoco es tan difícil para nosotros, porque tenemos mucho espacio hasta el suelo, neumáticos enormes y, además, contamos con la ventaja de que podemos desinflarlos hasta 0,8 bares de presión. “En esas condiciones, ¡es como pilotar un tanque! Pasas por encima de lo que se te ponga por delante, vamos. Y además, puedes parar, buscar la mejor trayectoria y continuar, cosa absolutamente imposible en un coche, donde no hay que parar nunca… En fin, si quieres pasar la duna sin más, sin que la velocidad importe mucho, es facilísimo Ahora bien, si quieres pasarla rápido, tienes que tomar decisiones en muy poco tiempo y ahí pueden venir los errores, como por ejemplo elegir una ruta infranqueable. Si te quedas encallado con un camión, es para mucho tiempo seguro. Los coches pueden usar gatos hidráulicos, pero para nosotros es casi imposible salir sin la ayuda de otro camión. Bueno, depende también de la consistencia de la arena. Cuando está muy blanda, no tenemos tanta ventaja, porque nos falta un poco de par con respecto a los coches.
Como siempre, nos encanta traeros historias del Dakar 2014 que normalmente no salen en los titulares. Historias de pilotos privados, en muchos casos sin asistencia que siguen adelante con la esperanza de llegar a Valparaíso y ver así cumplido su sueño. Es el caso de Yannick Guyomarch, un bombero parisino que sigue adelante no sin varias vicisitudes que ha tenido que ir resolviendo sobre la marcha.
Es un piloto sin asistencia por lo que desde el primer día se ha visto obligado a conservar la mecánica para no perder horas de sueño reparando la moto entre etapa y etapa o, simplemente, quedarse tirado y tener que decir adiós a tantos meses de preparación de un plumazo.
En la tercera etapa tuve que cambiar de motor y colocar el de repuesto, algo que quería evitar porque no está en la mejor forma. Desde entonces, más que exprimirlo, me limito a cuidarlo. En la 8ª etapa tuve un momento de euforia. Rodaba más bien rápido, con confianza, cuando tracé una trayectoria demasiado ambiciosa que me llevó al suelo a 100 km/h. Fue un buen golpe para mis cervicales, así que desde entonces intento encontrar posiciones en las que controlar el dolor. A falta de 20 km para la meta, volví a dejarme llevar por la euforia. En esta ocasión, choqué contra una piedra y me caí. No me hice daño pero todos los soportes de los instrumentos de navegación quedaron tocados… Tengo muchos deberes por delante antes de acostarme. Este Dakar me gusta, porque hay que ganárselo.
Para acabar, los pilotos y organizadores nos recuerdan los momentos más dulces que han vivido:
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Vía | Dakar