Cuando llegué al concesionario Ducati Madrid, antes de entregarme las llaves de la moto el responsable me hizo una pregunta “¿Has llevado alguna Ducati de estas?” El año pasado estuve con la Ducati 848 Evo pero, como suponía, esta no tendría absolutamente nada que ver, así que antes de ponernos manos a la obra, muy amablemente, me dieron un curso rápido sobre el funcionamiento interminable del panel de instrumentos, sus múltiples menús, selectores de modo y demás parafernalia que ya os comenté en la presentación de la prueba.
Giras la llave y comienza la fiesta de luz y color, y antes de arrancar te das cuenta de que todo es nuevo en esta Ducati 1199 Panigale S, hasta las piñas de botones se han modernizado, nada ha quedado al azar ni se ha aprovechado de modelos anteriores, es una ruptura completa con lo que conocíamos hasta ahora. Pero ya está bien, creo que es hora de que nos pongamos en marcha y demos vida a la bestia.
Ducati 1199 Panigale S: instinto básico
Accionamos la suavísima maneta de embrague que poco tiene que ver con lo duros que eran en generaciones pasadas, pulsamos el botón de encendido y tras unas vueltas el motor de arranque pone en marcha el poderoso bicilíndrico con un bramido contundente que nos saluda. En esta semana de buenaventura a bordo de esta moto nunca jamás he dejado de estremecerme al escuchar arrancar este motor, es un sonido sólo similar al de otras Ducati previas pero con los escapes abiertos. Sencillamente estimulante.
Volvemos a apretar el embrague, pero esta vez para meter primera, pisadita a la palanca, típico “clonck” pero sin estridencias, empezamos a andar y vaya… se siente muy, muy, muy ligera. Los primeros metros transcurren entre semáforos, cruces y avenidas autóctonas del centro de Madrid, y necesitas muy poco tiempo para darte cuenta de que llama de una forma totalmente exagerada la atención.
Vas por la calle y ves cabezas asomarse por encima de los coches, un camionero sale por su ventanilla para saludarme con el pulgar en alto, un personaje que espero se identifique (lector de este foro y ducatista empedernido) me persiguió con su furgoneta y me asaltó al parar. Pero lo más abrumador fue al salir del Red Bull X-Fighters y encontrarme un corro de gente queriendo hacerse fotos con mi moto y preguntando por ella, como dijo mi compañero Carlos D. “eso es irse de terracitas nivel Dios”.
Ducati 1199 Panigale S: highway to hell
A todo esto y sin darte mucha cuenta el motor coge temperatura en seguida, y cuando en uno de los pequeños recuadros del display se sobrepasan los 70º empiezas a notar que el palpitar del motor va a producir más que alegrías. El escape del cilindro posterior discurre en parte haciendo un codo bajo el asiento, y entre eso y las grandes aberturas laterales para evacuar el calor del radiador empiezas a cocerte dentro de la mucha o poca ropa que lleves. Para solucionarlo de vez en cuando conviene abrir las rodillas y cambiar los pies de posición, o mejor aún, empezar a que el aire circule más rápido, que ya estamos saliendo de la gran urbe.
¡Oh, mira! ¡Una rotonda! Y a disfrutar como loco. La ligereza de movimientos de esta moto es tremenda, sólo has de insinuar tus intenciones y ella ya se encargará de hacerte sentir como Valentino Rossi o Carlos Checa. Ahora bien, llegamos a la primera reflexión al salir. Es muy común encontrarse con pasos de cebra y demás señalización horizontal al abandonar las rotondas y el desbordante par de los 1199 centímetros cúbicos hacen que la rueda trasera quiera ir en otra dirección distinta a la que deseas, más liberal quizá, pero el DTC aparece de manera oportuna al detectarlo y corta para que no se nos escape de las manos la situación. Creo que toda la tecnología implementada en este modelo es necesaria para mantener a raya todo el potencial de la moto antes de ponernos en jaque, y sin él es posible que un motor así produjera más disgustos que alegrías.
Ducati 1199 Panigale S: luchando contra su naturaleza
Por fin llegamos a un terreno más abierto, afrontamos una de las múltiples paelleras de acceso que pueblan la M-40 y ¡madre mía! qué precisión tiene este cacharro, no se inmuta ni en las juntas de dilatación más desastrosas. Una vez que estás dentro de la curva casi podrías mirar a ver si tienes un whatsapp porque no se descompone ni lo más mínimo aunque cortes gas, aceleres o corrijas. Recuerdo las antiguas Ducati y lo remolonas que eran para corregir las trayectorias, pero esto es otro mundo.
De hecho cuando estás en la curva te pide que la aceleres para que vaya más aplomada, así que contamos hasta tres y enroscamos el puño derecho. Entre las 3.000 y 6.000 revoluciones la moto es hasta dócil, pero cuando pasas las 8.000 vueltas parece que tuvieras en la muñeca derecha la potestad para cambiar el giro del Planeta Tierra a tu antojo. Las cosas comienzan a pasar realmente deprisa y las distancias se acortan, pero el caso es que sobre la Ducati 1199 Panigale S parece que no vayas rápido, hasta que miras el velocímetro y te das cuenta de que es hora de cortar y reducir una marcha, o dos.
Es curioso que para estar montados sobre un motor en el que cada cilindro cubica casi 600 centímetros cúbicos no nos encontremos a penas vibraciones, salvo en autopista circulando muy bajos de revoluciones, y además para ser una deportiva de ultimísima hornada es relativamente cómoda por posición, no vas muy forzado y el carenado desvía el aire de forma excelente si vas recostado sobre el depósito, el único problema para los que tenemos poca chicha es que los huesos del trasero pedirán clemencia con el mullido del asiento tan poco… mullido.
Aunque el problema real con esta moto son los asfaltos rizados, con continuos baches y bañeras. Si circulas con la barriga apoyada en el depósito espero que tengas costillas de sobra en casa porque aun ajustando a la baja la compresión de las suspensiones no hacen buenas migas. Esta moto no está hecha para ir de paseo siendo uno más junto a los enlatados que están a por uvas en las carreteras de circunvalación, así que vamos a poner rumbo a la sierra que entre el calor del verano y el de esta Ducati 1199 Panigale S me apetece ir a tomar el fresco.
Continuará…
Agradecemos profundamente la hospitalidad de Santiago Mangas en el circuito FK1 y sus instalaciones para la realización de las fotos y las tomas de vídeo, y la acogida de Miguelón, jefe de pista. También debo dar las gracias al señor Morrillu por echarme una mano con las fotos y el vídeo.
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