
Dicen que el mayor miedo de cualquier motorista no es la caída. Es no poder volver a levantarse. Quedarse ahí, atrapado en un cuerpo que no responde, viendo cómo el mundo sigue girando sin ti, cómo las motos pasan rugiendo y tú solo puedes recordarlas. Steve Mercer vivió ese miedo. Lo tocó. Lo respiró. Y ahora, siete años después, ha decidido no dejar que ese miedo sea el final de su historia volviendo a subirse a las motos.
A sus 42 años, el expiloto británico que un día voló en el Tourist Trophy y fue referente en el Mundial de Resistencia, se prepara para volver a subirse a una moto. Y no a una cualquiera: se ha comprado una Honda CBR1000RR-R Fireblade SP, con la que planea volver a rodar en su circuito local de Brands Hatch.
"Me siento leal a Honda"
El dato no es menor: desde aquel accidente de 2018 en la Isla de Man, Steve no ha montado una sola vez. Un choque con un coche de carrera, justo cuando regresaba al paddock tras una bandera roja, le dejó entre la vida y la muerte.
Estuvo en coma una semana. Se rompió la pelvis, el fémur, la columna en varios puntos, el pulmón, la laringe... Se despertó sin poder mover nada del cuello para abajo. Y aunque ha recuperado muchas funciones, la silla de ruedas sigue formando parte de su día a día.
"Creo que será un reto, de eso no tengo duda", dice Steve, con esa calma valiente que solo tienen quienes han estado al borde. "Durante los últimos siete años, siempre ha sido un sueño volver a subirme, y siempre ha sido algo que me ha mantenido motivado".
Su pierna derecha no funciona. "Todavía está unida, pero no tengo ligamentos funcionales y mi fémur todavía es 3 cm más corto que el izquierdo. Tengo mucho dolor de espalda porque me rompí casi toda la columna", cuenta sin dramatismos. Lo dice como quien acepta una parte de sí, pero se niega a que lo defina.
La clave para volver está en adaptar la moto. Ya está estudiando cómo instalar una palanca de cambios electrónica en el manillar. Pero más allá de la parte técnica, hay algo mucho más fuerte tirando de él: las ganas.
“Pensarlo me alegra, y necesito hacerlo por mí mismo, de verdad”.
En su camino de vuelta, Steve encontró inspiración en la historia de Claire Lomas. En 2007, quedó paralizada del pecho para abajo tras una caída a caballo. Y aun así, aprendió a montar en moto. En 2023 completó una vuelta al North West 200, recaudando fondos para investigación de lesiones medulares. "Hablé con ella varias veces en redes sociales y pensé que se puede, porque ella lo ha logrado", explica. "Como he montado en moto desde que tenía seis o siete años, debe haber una manera".
Volver no es solo una cuestión de técnica ni de adaptar piezas. Es cerrar un capítulo que lleva demasiado tiempo abierto. Es completar una historia que se quedó a medias. "Siempre he sentido que la historia no tenía final. Y siempre he querido cerrarla". confiesa.
Y en esa historia, Honda tiene un papel especial. No solo porque fue la marca con la que más compitió, sino por cómo se comportaron cuando todo se vino abajo. "Cuando estuve hospitalizado en Liverpool durante cinco meses, Honda llamó a mi mujer Caroline para preguntarle si necesitaba algo, y pagaron una parte considerable de la factura del hotel. Me siento leal a la marca".
Eso también ha influido en la elección de su nueva compañera: la Fireblade SP. Porque hay cosas que no se olvidan, y vínculos que van más allá de la competición.
"Cuando estaba en el hospital, mucha gente me decía ‘nunca más volverás a montar en moto’ y, mirando hacia atrás, no sé si los médicos y las enfermeras solían decir eso para motivarme a demostrarles que estaban equivocados. Así lo tomé, porque pensé que simplemente iba a demostrarte que estabas equivocado".
Y eso es justo lo que está haciendo ahora. En silencio. Sin ruido mediático. Solo con una moto nueva en el garaje, una mirada que lo dice todo, y las ganas intactas de volver a sentir lo que una vez le hizo volar