
Cuando pensamos en Skoda, lo primero que se nos viene a la cabeza son coches familiares, compactos eficientes o SUV con apellidos raros. Lo que pocos saben es que la historia de esta marca checa comenzó con algo mucho más ligero: una moto. Sí, hace más de 120 años.
En 1899, la empresa Laurin & Klement (la semilla de lo que hoy es Skoda) puso en la calle su primer modelo de dos ruedas motorizado. Lo llamaron Slavia B, y aunque hoy sus cifras harían reír a un patinete eléctrico (1,5 caballos, 40 km/h), en su época era puro progreso. Y ha vuelto, más o menos.
Skoda fue de las primeras marcas en meterse en las motos
Ahora, en pleno 2025, Skoda ha decidido mirar por el retrovisor y rendir homenaje a aquel artefacto pionero. El resultado se llama Slavia B Concept, una moto eléctrica conceptual que mezcla espíritu clásico con soluciones modernas, sin intención comercial… Por ahora.
Nos sirve para estudiar algo de historia. La primera moto de la casa, la Slavia B, no nació en un laboratorio lleno de ingenieros ni en un centro de diseño. Nació en un pequeño taller de Bohemia, donde Václav Laurin y Václav Klement (un mecánico y un librero reconvertido en empresario) decidieron que podían hacer algo mejor que las bicicletas que se vendían entonces.
El resultado fue una máquina humilde pero valiente: un cuadro reforzado, un motor monocilíndrico de 240 cc pegado como podían al chasis, y una velocidad máxima que hoy no asustaría ni a un niño en monopatín. Pero lo importante no eran los números: era la ambición.
Esa moto estaba hecha para correr y demostrar que, aunque fueran nuevos en esto, no habían venido a jugar. Lo demostraron en 1901, cuando la Slavia B completó la agotadora París-Berlín, mientras otras se quedaban por el camino. Fue la primera gran señal de que Laurin & Klement (y con ellos, Skoda) iban en serio.
Ahora vuelve. Más o menos. Visualmente es una mezcla entre una bici antigua y una idea loca de diseñador. Cuero envejecido, chasis de líneas sencillas, y una transmisión por correa que parece más un cinturón que una pieza técnica. El aire vintage es evidente, pero con una ejecución que solo podría salir de un estudio actual.
El proyecto ha estado a cargo de Romain Bucaille, diseñador habitual de coches, que se ha pasado temporalmente a las motos. "Empecé con bocetos a lápiz... fue un ejercicio casi terapéutico", cuenta. Y eso se nota: hay alma, hay mimo, hay una intención clara de contar algo más allá de la estética.
¿Y qué quiere decirnos Skoda con esto? Que no se olvidan de sus orígenes, para empezar. Pero también que el futuro puede venir en formato pequeño, silencioso y con dos ruedas. En un mercado donde cada vez más marcas exploran nuevas formas de movilidad urbana, no suena tan descabellado que este concept sea el primer paso hacia algo más grande (o más pequeño, según se mire). Por ahora, la Slavia B Concept es solo una carta de amor al pasado.
Imágenes | Skoda