
Siempre hay quienes se libran de las multas a pesar de muchos excesos. Pero como menciona el dicho, "a cada cerdo le llega su San Martín". Bueno, es probable que a muchos moteros que se saltan las leyes a la torera les acabe pasando lo que al de hoy, un griego.
El pasado miércoles 5 de julio, las calles de Vouliagmeni, en Grecia, fueron el escenario de una persecución de película. Un motero no solo se saltó 12 semáforos en rojo, sino que también realizó maniobras peligrosas y aceleró para evitar un control policial, acumulando una multa que podría romper récords. Es la madre de todas las multas, pero de verdad. Tanto que se podría comprar una moto nueva. Y hasta dos.
Más de 20.000 euros de multa
El incidente comenzó en una de las calles de la capital, donde agentes de un equipo especial de control de tráfico detectaron al motorista conduciendo sin matrícula y con cierto exceso de velocidad. Tras una breve persecución, el conductor logró evadir temporalmente a las autoridades. Pensaba que se había librado, pero qué va.
La historia no terminó allí. Al día siguiente, el jueves por la tarde, fue localizado en la zona de Megara, otra vez.Porque el ladrón siempre vuelve a la escena del crimen. Y evidentemente, terminaron cazándole.
Al inspeccionar su moto, los agentes descubrieron que el vehículo había sido declarado "inmovilizado" desde 2019 y además no estaba asegurado, sumando nuevas infracciones a su ya impresionante lista que se había granjeado desde hace meses.
El saldo final para el motociclista equivale a la madre de todas las multas: 10.640 euros en multas por las diversas infracciones de tráfico, 150 puntos de penalización y una multa adicional de 10.500 euros por usar un vehículo inmovilizado, tal como exige la legislación griega. Esto eleva el total a unos impactantes 21.140 euros. Es probablemente una de las multas más caras que haya tenido que pagar un motorista en toda Europa.
La situación es un claro recordatorio de que las aventuras sobre dos ruedas pueden salir muy caras cuando se ignoran las normas de tráfico. Casi al mismo nivel que aquel alemán apodado el "Rambo de Rüsselsheim". ¿Su penitencia? Haber vacilado a un radar día sí, día también. Le gustaba pasar a más de 100 kilómetros por hora por un radar limitado a 50 km/h. Hasta que le acabaron trincando.
Imágenes | Policía UK