BMW R 1200 RS, prueba (conducción en ciudad y carretera)
Nos subimos a la BMW R 1200 RS y empezamos a indagar cómo podemos arrancar la moto con la llave en bolso ya que, como curiosidad, la unidad equipaba el sistema Keyless Ride y entonces la llave tiene el tamaño de la de un automóvil con el espadín plegable para que sea más cómodo llevarla con nosotros.
Y la verdad es que es muy sencillo ya que en la ubicación normal donde tendríamos el clausor lo que encontramos es un botón. Si lo pulsamos, el efecto es como cuando ponemos la llave en la posición ON y por lo tanto el cuadro hace el correspondiente check para inmediatamente dejar lista la moto de cara al arranque, que haremos como siempre con el botón situado en la parte baja de la piña derecha. Fácil y sencillo.
BMW R 1200 RS, comodidad y deportividad no tienen por qué estar reñidos
Siempre que pensamos en una moto deportiva y un entorno urbano, pensamos en vehículos que emanan mucho calor en cuando hay un atasco, rígidas, con poco diámetro de giro, incómodas por la postura, etc. Sin embargo y aunque tampoco llevamos la BMW R 1200 RS en medio de un tráfico caótico, si que percibimos un tacto general muy suave y amigable con el piloto.
Muy cómoda, la postura no va para nada forzada aunque circulemos a baja velocidad. Tanto el tacto del freno como del cambio son también muy suaves, pudiendo operar ambos con sólo pensarlo. Por otro lado y a pesar de que en conjunto no es una moto ligera (236 kilos en orden de marcha), no se siente pesada en cuanto nos ponemos en marcha.
Quizás no es tan ágil entre el tráfico que su hermanastra la GS ya que el centro de gravedad más alto de ésta y el manillar ancho le confieren una mayor facilidad cuando la queremos mover de un lado a otro, pero aun así se comporta mejor de lo que podrías esperar en un primer momento.
El propulsor, con grandes dotes de par y las oscilaciones del bóxer prácticamente eliminadas, te permite tractorear a baja velocidad sin vibraciones, botes de la rueda trasera y por lo tanto sin tener que ir continuamente tirando de embrague.
Pero la verdad es que la ciudad, o mejor dicho las zonas de 50 en poblaciones, no era el escenario donde de verdad quería ver la capacidad de esta BMW R 1200 RS. Curiosamente, me había acoplado a su postura desde el primer minuto, y eso que me llevo bastante mal con los semimanillares (no os cuento lo que me ha costado adaptarme a mi Yamaha TRX850, pero han sido unos cuantos kilómetros), y sin embargo, con esta BMW parecía que era mi moto desde hace varios años. ¿Será que me estoy haciendo mayor y tengo cerca la crisis de los 40? Puede ser, veremos entre curvas.
BMW R 1200 RS: cuando una sport-turismo te puede arrancar una sonrisa
Os voy a confesar una cosa. Me imagino que cuando vosotros os vais a dar una vuelta en moto, desconectáis y disfrutáis sobre ella, ¿a qué sí? Yo me he dado cuenta que con el paso de los años y desde que estoy trabajando aquí a tiempo completo, conducir una moto ha dejado de ser una afición para convertirse en algo más profesional.
Y aunque no puedo negar que sí, que me sigue encantando circular en moto, he perdido el gusanillo que sentía con ellas. Creo que es la diferencia entre salir en moto porque te apetece y hacerlo porque no tienes más remedio.
Pero hay veces que pruebas una moto y no sabes muy bien el motivo, pero acabas conectando con ella. Y eso es lo que parece que me ocurrió con la BMW R 1200 RS desde que enlazamos juntos las dos primeras curvas. Recordé lo bien que iba la combinación motor bóxer y horquilla invertida en la BMW R NineT y de nuevo me dije: que sí, que las señas de identidad de una marca está muy bien, pero no creo que nadie vaya a echar de menos el Telelever, la verdad.
Nos vamos animando y vamos cambiando la configuración del motor y del Dynamic ESA a la zona más deportiva. Apretamos el ritmo y afrontamos entonces la primera curva con decisión: freno trasero, reducimos una marcha (ningún extraño en la rueda trasera, el embrague antirebote y el Paralever hacen su trabajo a la perfección), aplicamos algo de freno delante, soltamos y metemos la moto.
Tarda un instante en reaccionar, hay inercias y éstas no desaparecen como por arte de magia. Influía además en nuestra sensación que hace poco tiempo habíamos estado sobre la BMW S 1000 XR, mucho más directa en sus reacciones.
Encaramos por lo tanto la segunda curva con algo más de decisión, obligando al tren delantero a hundirse algo más para luego soltar levemente el freno, inclinar y posteriormente buscar el vértice con la moto. Mucho mejor, parece que a la BMW R 1200 RS le gusta que le den caña.
En medio de la curva el aplomo es absoluto. Pero ojo, un aplomo que también nos permite si lo necesitamos modificar la trazada sin grandes esfuerzos. Pero lo mejor diría que está por llegar, cuando enroscamos en acelerador sin demasiados miramientos (a estas alturas ya confío plenamente en los sistemas dinámicos de control de tracción), y el monstruoso par motor nos catapulta hacia adelante. Ya está liada...
Nos vamos animando, un poco más, un poco más y de repente la deslizadera derecha hace contacto con el asfalto sin buscarlo. No soy de los que tocan en carretera pero en esta ocasión salió literalmente sin querer. La sonrisa hace acto de presencia para inmediatamente acordarme que detrás llevo sendas maletas que igual acaban haciendo un sonido desagradable.
El resto de kilómetros son diversión pura, os lo prometo, pensando en cómo la BMW R 1200 RS ha mostrado ya la primera de sus dos caras, la deportiva. ¿Y para la rutera? Pues esperaremos a mañana.
Continuará...
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