Si vives en una región fría y te gustan las motos puedes hacer dos cosas: amargarte a lo bestia o disfrutar como un enano. Jurgen van den Goorbergh, experimentado piloto que supera de largo los cuarenta años y que os sonará a más de uno, cuando llega el invierno sale a hacerle la competencia al gordo barbudo a Papá Noel sobre un pequeño lago helado cercano a su domicilio.
Con una Honda CR-F 450 con llantas de supermotard y neumáticos de clavos el holandés volador se lo pasa de muerte, o eso intuyo porque de holandés no tengo ni papa. Si alguien sabe lo que dice que me corrija pero yo en mi mente pienso que nos cuenta algo así como: “¿Te quejas de que hace mal tiempo en Benidorm? Pues aquí mira como estamos y montamos en moto con un par, llorica”.
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