El mundo de las motos está lleno de emociones y momentos emotivos encima de nuestras máquinas. Nunca pensamos ni nos imaginamos nuestro último adiós a la moto de nuestra vida, pero inevitablemente, la crudeza de la vida nos obliga a ello en un determinado momento.
A algunos les llega tarde, y a otros, más pronto. Nuestro protagonista de hoy nos envuelve en lágrimas con su último gesto: se quedó totalmente ciego, y pidió una última voluntad con su amada Kawasaki. Una voluntad que se ha convertido en el vídeo del año, y acabamos de empezar.
Nunca le devolvieron su Kawasaki Z... Hasta que un amigo se la recuperó
A veces, el amor por las motos es tan irracional que es difícil de describir con palabras. Solo quedan los hechos, y hoy tenemos la viva prueba de ello. Un pequeño taller de preparación de carreras de motos fue un paso más allá para ayudar a uno de sus clientes a despedirse como Dios manda de su vieja Kawasaki.
REPS Motorcycels, en el sur de Gales, ayudó a su cliente que se acababa de quedar ciego, a sentir la que fue su moto una última vez. Una voluntad antes de dejar a la máquina que le ha acompañado durante años.
El vídeo, grabado casi en secreto, se ha convertido en toda una sensación en la escena motera. El hombre aparece sentado sobre la máquina Dyno, y la moto sobre ella. Vamos, un banco de potencia. Lo más característico llega al principio, cuando la cámara enfoca un bastón. Es el nuevo ayudante de nuestro protagonista, que se quedó ciego hace casi una década y no pudo volver a montar en moto más.
La conmovedora historia empieza con un amigo que jamás devolvió a su dueño la moto prestada. Mark Lewis, el protagonista ciego, se quedó sin vista hará 10 años. Entonces le prestó su moto a un compañero que desapareció, literalmente.
Un compañero de Mark, Nick, se propuso encontrarla. Y vaya que si lo hizo, según cuentan a Visordown. La tarea le llevó nada más y nada menos que cuatro años. "Finalmente la encontró, la preparó, arregló el motor y la pintó".
Así que Nick le pidió un favor al dueño de este taller: dejarle prestada la máquina para darle una última voluntad a Mark y su Kawasaki Z. "Por supuesto que dije que sí", aunque la idea inicial era simplemente escucharla en funcionamiento.
Pero el dueño del taller fue un paso más allá. Un paso muy emotivo que nos demuestra que no todos los héroes llevan capa: "Una vez la arrancamos, me acerqué a él y le pregunté si quería subirse. Me dijo: '¿Entonces es mi turno?' Pensé que era muy agradable sentirla: vibraciones, torque... Todo. No te llega el viento, pero el ruido se queda contigo".
Sus sentidos como motorista no se habían ido. Ahí que estaba Lewis encima de la moto, cambiando de marcha mientras disfrutaba de su Z una última vez. "En cuanto encontró el reposapiés, eso fue todo, se fue como si lo hubiera abandonado. Incluso logró ponerla en punto muerto, lo que yo no pude".