Apenas unos momentos después de publicar ayer el post sobre el reportaje de Informe Semanal, empezaron a llegarme correos avisando de esta terrible noticia, que pone de manifiesto más de dos cosas relativas a la seguridad vial para los moteros en este país (y posiblemente, en otros tantos paises).
Un motorista de 42 años perdía la vida en la cuneta por culpa de no saber dónde se encontraba. Había tenido el accidente antes de las 14:45 horas del domingo, pues a esa hora estaba llamando pidiendo auxilio. Sus palabras me siguen acongojando ahora que las escribo: "Me he caído con la moto por un terraplén, creo que tengo la espalda rota, pero no sé dónde estoy". Ya sea por la conmoción tras el accidente, o por lo que sea que no supo decir dónde estaba, me llama poderosísimamente la atención que en un tiempo en el que es posible despedir a un trabajador gracias al marcaje que se le hace por medio del teléfono móvil, la vida de una persona no pueda ser salvada a través del móvil. Hay algo muy básico que debe estar fallando para que nos encontremos cada cierto tiempo con noticias tan espeluznantes como esta. La culpa del accidente, una salida de la vía con el resultado de que el piloto cayó por un terraplén y quedó a unos cuatro metros de la carretera en una zona en la que las ondulaciones del terreno no permitían verlo con claridad.
Casi 24 horas tardaron en dar con él. Ni la familia pudo detallar con más precisión la ruta que siempre hacía este hombre, ni los equipos de rastreo pudieron hacer más de lo que hicieron por encontrarlo, ni siquiera los helicópteros. Ya el lunes, los operarios de la empresa de mantenimiento de la N-234, que une Sagunto con Burgos, encontraron el cuerpo de Alberto Fernández Valle.
La rabia que me da esta noticia no os la podéis imaginar. Con tantos aparatos chorras (y perdonad el tono, espero explicarme bien) como tenemos en nuestros vehículos, por ejemplo, los GPS; con tanto accesorio estúpido que tenemos en nuestros teléfonos móviles, como las cámaras de alta resolución, el messenger, juegos, MP3; con tanta tecnología, ¿cómo no se va a poder encontrar o localizar la señal de un teléfono móvil de una persona que yace en el campo con la espalda y la pierna rotas, y que no sabe dónde está?
Para qué queremos tanta tecnología de consumo, si al fin y al cabo, cuando alguien más necesitaría un milagro, no lo consigue. Perdonad, insisto, el tono final. Es una noticia que me ha caido como una losa porque, trabajando en el sector tecnológico como lo hago, me parece que algo más podría haberse conseguido, y si no, repito, para qué queremos la tecnología.
Desde aquí, mi más sentido pésame a la familia y amigos de Alberto.
Gracias a todos los que nos enviásteis la noticia. Vía | El Mundo