No acabamos de empezar y los primeros síntomas de cansancio tras las dos primeras etapas de piedras y arena se empiezan a notar en nuestros cuerpos. Las ampollas en las manos, de sujetar con fuerza el manillar y los moratones de la caída del primer día te recuerdan cada mañana al despertar que hoy aun hay más. Pero una vez encima de la moto se olvida todo y en cuanto el cuerpo entra en calor muchas de las molestias desaparecen como por arte de magia. Sin lugar a dudas al cuerpo también le gusta montar en moto por Marruecos.
Hoy nos espera una etapa de unos 300 kilómetros en la que tendremos de todo, pequeñas dunas con arena muy blanda, pistas donde aplicarse al gas, fuera de pista preciosos, y algún tramo de enlace por carretera. Y esta será “la nueva regla” que aprendamos hoy sobre este país. Cada media hora de ruta el terreno cambia por completo, pasando de las piedras más infernales, a la pista más parecida al asfalto que te puedas encontrar o a zonas con arena y polvo en las que no ves más allá del manillar.
Como siempre a las siete de la mañana ya estábamos desayunando para partir hacia Tinerhir, donde si cumplíamos el horario previsto, nos daría tiempo a hacer moto turismo y visitar las gargantas del Todra. Comenzamos la ruta por pistas arenosas haciendo alguna que otra incursión por unas pequeñas dunas con arena muy fina y poco compacta que te atrapaban a la menor, sin tener más remedio que parar a desenterrar la moto. Menos mal que ya veníamos “enseñados” de las dunas del Erg Chebbi, pero estas eran aún más traicioneras.
Enseguida abandonamos este tipo de terreno para adentrarnos en kilómetros y kilómetros de pistas y campo a través, que una vez más te hacen plantearte lo insignificante que eres en esos espacios tan abiertos e inmensos que no alcanzas a ver su final a simple vista.
También cruzamos más de un río con poco caudal en el que como vemos el gran Arturo una vez recuperado de su rodilla, se aplicaba al gas como temiendo que la moto nada acostumbrada al agua fuera a verse perjudicada por el remojón. Y como siempre parecía que pueblo tras pueblo que cruzábamos fuésemos la atracción de todos sus habitantes, al acercarse a ver la caravana de estos locos, que a saber de donde han salido.
Los kilómetros cada vez avanzan más deprisa ya que en espacios tan abiertos enseguida ves que vas a velocidades poco recomendables y tienes que autocensurarte con el gas porque ya hemos aprendido que en cualquier lugar puede estar acechando la trampa en forma de piedra o zanja. Pese a nuestros depósitos de mayor capacidad es necesario repostar en casi todas las salidas y como no “El jefe” se conoce todos y cada uno de los lugares donde venden gasolina. Ni mucho menos hay gasolineras disponibles en nuestra ruta, por lo que como podéis ver, cualquier casa es buena para tener unas cuantas garrafas de gasolina y hacer negocio con quien la pueda necesitar.
Resultó ser una etapa muy bonita, sin tanta dificultad como las anteriores. Donde pudimos admirar unos bellos paisajes, pero lo realmente bonito estaba aún por llegar. Así, cumpliendo el horario previsto, llegamos al impresionante hotel de Tinerhir con el tiempo justo para registrarnos, liberarnos de un poco de carga dejando camelback y algunas de las protecciones porque ahora vamos a realizar un tramo de carretera para visitar las gargantas del Todra.
Nada más ponernos en marcha la parada es obligatoria para ver el hermoso palmeral que discurre por el valle hasta llegar al paso más angosto de las gargantas. Impresionantes paredes verticales de hasta 250 metros de altura en un paso tan estrecho que en algunos de sus puntos no supera los 30 metros de ancho y que cobijan el lecho del uadin. Después de refrescarnos en este paradisíaco lugar nos ponemos de camino al hotel para cenar pronto que mañana toca ir a Zagora.
En Motorpasión Moto | Marruecos 2011; comienza nuestra aventura.
Marruecos 2011; Primera etapa Midelt, Erfoud, la rambla de piedras
Marruecos 2011; Segunda etapa Erfoud, Merzouga, Erfoud, el desierto del Erg Chebbi