A mediados de agosto Albi nos hablaba sobre el mal estado del asfalto en la carreteras españolas. Este fin de semana me he encontrado un articulo en el Huffington Post en el que profundizaban un poco más sobre este tema. El principal indicativo que sirve para calificar el estado de nuestras carreteras le da actualmente 190 puntos sobre 400 posibles. Esto es nueve puntos por debajo de la calificación que tenían las carreteras españolas en 1985.
Tal y como nos contaba Albi en su artículo, la administración lleva casi mil días sin comprar asfalto para reparar carreteras. Más que nada porque el presupuesto destinado para el mantenimiento en 2013 es de 913 millones de euros, la mitad de lo que los técnicos consideran que sería necesario. Esto puede llevar las carreteras españolas a una situación definida por la regla de 1-5-25.
La situación se presenta complicada, porque mientras el estado no quiera/pueda (táchese lo que no proceda) invertir en mantenimiento, habrá que buscar otras fuentes de financiación. Efectivamente, la primera opción pasa pr vaciar un poco más nuestros bolsillos. Como si los 25.000 millones de euros anuales que pagamos los españoles en impuestos de los carburantes no fueran suficiente tasa para usar nuestros vehículos.
Otra opción podría ser dejara de invertir en otros medios de transporte (como el AVE) que cuestan muchos millones y no tienen la penetración de la red de carreteras en el país. La última opción propuesta vuelve a mirar nuestros bolsillos, ya que proponen cobrar a aquellos usuarios que circulen más de 15.000 km al año. Esta opción ofrece rebajas considerables a los que circulen de noche. Algo que en los países de nuestro entorno se ha demostrado ya que es ineficaz. Porque lo que hace es que el tráfico e desvía hacia vías secundarias, que suelen ser menos seguras y alargan los recorridos considerablemente.
¿Qué hacemos mientras tanto? Pues parece que no podemos más que aguantarnos, porque el estado piensa incrementar los presupuestos dedicados a conservación de la red viaria. O en su defecto encomendarnos a quién más fe tengamos para que a nadie de los que mandan se les ocurra gravar nuestras precarias economías con otro impuesto más por circular con nuestro vehículo por cualquier carretera mientras esquivamos las trampas que hay en ellas.
Vía | El Huffington Post Foto vía Flickr | Seattle Municipal Archives