Como te iba diciendo anteriormente, te voy a contar el relato de una Triumph Bonneville que, en una salida de ruta nocturna, nos dejó a todo el personal petrificados. Todo empezó una tarde de verano, suena el teléfono y escucho la voz de mi amigo Pere no sin cierto adormecimiento por los calores estivales. Pero en poco tiempo se me abren los ojos como platos. Al final lo que parece ser un día sin pena ni gloria se va a animar más de la cuenta.
¿Y dices Pere que nos juntemos con los del moto-club no sé qué porqué se ve que tienen preparada una salida nocturna?. A ver si me he enterado bien. Salimos de Girona en dirección La Seu D'Urgell, se cena allí y luego nos llevan por una ruta en tierras francesas durante toda la noche para ir a parar al Cap de Creus a ver salir el sol. ¿No?. Pero... vale, que hoy hay luna llena, claro. ¡Coño, si es que lo tenéis todo preparado!. Venga, te dejo que voy a vestirme de romano y entre que miro presiones de ruedas lleno el depósito y tal, estoy perdiendo tiempo. Quedamos en la gasolinera de siempre y espabila que son más de las cinco y media de la tarde.
Antes de nada, presentar a la Bonnie que nos sacó los colores. Aquí arriba la puedes ver, y de estricta serie. Tres Ducati con el depósito lleno ponemos rumbo hacia Andorra vía la Seu D'Urgell. Una S2R800, una S4 y mi 696. La temperatura es suave ya que son algo más de las 6 de la tarde por lo que se presagia una ruta muy agradable. Con la parada obligada en Ripoll para tomar un café rápido, enfilamos hacia la famosa Collada de Toses y pillo rueda de la Ducati S4 de Pere. Cuando se acerca a una curva, suelta gas y reduce una marcha, el cascabeleo de su embrague en seco me marca el ritmo y suena tan celestial como brutal.
No tardamos mucho en llegar a la Seu D'Urgell y compartimos camino con una Ducati S4RS que se apuntará al festival. Por fin en el punto de encuentro, la oficina de turismo, comienzan a llegar todo tipo de lindezas italianas. Monster, 848, un surtido de Hypermotards que quita el hipo, una Aprilia Tuono, y etc etc. Ya estamos todos y podemos ir al restaurante a cenar, además la noche nos cubre con su espeso manto, en este caso luminoso por una intensa luna llena, de momento...
En la cena calculo que somos unas 25 o 30 personas. A muchas no las conozco pero aprovechas la coyuntura para charlar precisamente con los que no conoces y hacer amigos. Vamos por los postres y nos quedamos con cara de circunstancia al ver ¡un eclipse de luna!, ¡y total!. Teniendo en cuenta que estos fenómenos duran una media de tres horas y media pues..., ¡vivir para ver!. Suerte que estaba todo organizado, ¿que si no?. Miro a Pere con esa cara de los que con complicidad no necesitan hablar y esbozamos una sonrisa. ¡Qué mas da si vamos a pasarlo igual de bien!.
En esto entra un chico por la puerta en chándal y dice que ha visto la salida en el foro y si nos puede acompañar. Se excusa por llegar tarde y pregunta si puede comer algo. Por descontado, lo esperamos a que coma algo mientras apuramos el café. Se apaña con unas tostadas de jamón y no sé la extraña razón por la que me fijo en él. Por el tono de voz y los movimientos se ve una persona tranquila, demasiado tranquila diría. El caso es que acabamos todos, nuestro amigo incluido, y salimos en busca de nuestras motos cuando vemos que ese chico se monta en una Triumph Bonneville T-100.
Ya metidos en faena por carreteras francesas más retorcidas que la mente de Anthony Perkins en Psicosis y como diría un castizo: no se ve un clavel. Me dejo llevar por la luz de la moto que tengo delante y no llego a ver ni la línea divisoria de la carretera. El ápice de la curva tampoco se vislumbra ni por asomo y esto es una locura. Voy tan concentrado en el que tengo delante que me fatigo mentalmente. Parecemos fichas de dominó, como se salga uno, vamos todos detrás. Me encuentro en el medio del pelotón, no soy de los más rápidos ni de los más lentos pero el de la Triumph Bonneville me acaba de arrancar las pegatinas de mi Ducati Monster 696.
Hacemos alguna parada con algo de frío ya que son casi las cuatro de la madrugada. Pere me dice que nuestro amigo de la Bonneville va el primero y no hay manera de seguirlo para sorpresa de los que vamos algo más lentos. El tío tiene una cara de relax como el que sale de un balneario y veo algunos de los de las Ducati Hypermotard sentados en el suelo comentando que , como yo, les pasa factura la fatiga mental de conducir sin apenas luz. Una parada ya en territorio nacional para repostar y tomar un café a las seis de la mañana se convierte en todo un lujo para ir a ver salir el sol como estaba previsto.
El sol sale y luce precioso en el Cap de Creus mientras mi amigo Pere y yo comentamos la jugada. La ruta ha sido impresionante, eclipse de luna incluido cuando me comenta, como si de un secreto de estado se tratase, que nuestro hombre de la Triumph Bonneville es uno de los pilotos que ha corrido el CEV. ¡Ahora se explica todo!, pienso. Aquello que se dice de que no es la flecha si no el indio parece que tiene algo de verdad aunque mi consejo es que nunca subestimes al piloto de una Triumph Bonneville T-100, puede que te sorprenda.
(Dedicado a mis amigos Pere y Raúl)
En Motorpasión Moto | Prueba clásica Triumph Bonneville T-100, parte(I), parte (III)