Todos asociamos a Ángel Nieto con Derbi, pero el campeón español ya nos desveló que la moto de la que guarda mejor recuerdo es la Garelli 125, con la que ganó todos los domingos durante tres años y tres mundiales de 125 en esos mismos años. A día de hoy Garelli no es más que una oscura marca italiana que ofrece unos scooter de pequeña cilindrada o eléctricos. ¿Pero que llevó a una marca así a liderar el mundial de 125 en los años ochenta del siglo pasado?
Lo primero es que Garelli fue fundada por Adalberto Garelli en 1919. Adalberto era un joven ingeniero que montó su propia marca para seguir desarrollando los motores de dos tiempos cuando Fiat dejó de interesarse por esa mecánica. En el periodo de entre guerras Garelli perfeccionó un modelo de 350 cc con un curioso cilindro de doble pistón y una sola biela que incluso contaba con engrase separado, todo un avance para la época. Tras la Segunda Guerra Mundial Garelli se puso manos a la obra, como prácticamente todas las marcas de la época, para motorizar un país devastado por la guerra. El invento de Garelli fue el motor Mosquito que se acoplaba a las bicicletas y un poco más tarde el Velomosquito, lo que se podría catalogar como el antecesor de los ciclomotores modernos. Pero el ansia de crecer en el mercado les llevó a participar en el mejor escaparate del mundo, el Campeonato Mundial de Motociclismo. Así se presentó en 1982 la Garelli de 125, que cumplía con los nuevos requerimientos de la FIM para la categoría.
En ese año la FIM decidió reglamentar que las 125 debían utilizar motores bicilíndricos con cajas de cambios de seis velocidades, así echaron la última paletada de tierra sobre motos como la Yamaha 125 de cuatro cilindros. Pero no consiguieron limitar la potencia de estas pequeñas motos, ya que la Yamaha daba 42 CV a 17.000 rpm y la Garelli, con su motor refrigerado por líquido y válvulas rotativas, daba 47 CV (188 CV por litro, que no es precisamente poco) Claro que esta moto no apareció de la nada, porque Minarelli (el vecino de enfrente de Garelli) llevaba desarrollándola desde 1978 con pilotos como Pier-Paolo Bianchi y Ángel Nieto, y cuando Minarelli decidió abandonar la competición en 1981, Garelli literalmente compró la tecnología y puso al frente del desarrollo de motores a un ingeniero llamado Jan Thiel en lugar de Georg Moller.
Así la pequeña moto de 78 kilos, con un carburador Dellorto fabricado en magnesio, chasis monocasco de duraluminio con doble amortiguador trasero firmados por Bitubo, basculante de aleación, horquilla delantera Marzocchi de 32 mm, sistema anti hundimiento mecánico y ruedas Campagnolo de magnesio siguió dominando la categoría del octavo de litro del Mundial. Tanto era el dominio que en las 30 veces que tomó la salida en las temporadas 82 y 83, sólo no acabó en dos de esas carreras, y una fue por culpa de una bujía rota. Son muchos los que basándose en estos datos y las virtudes de la Minarelli-Garelli dicen que esos títulos de Ángel Nieto fueron conseguidos sin luchar con un auténtico rival en la pista.
Pero hay que recordar que en aquel momento Nieto estaba cercano a la cúspide de su carrera deportiva, que muchos de los que recuerdan verlo sobre aquellas motos dicen que su arrojo y valentía sobre aquellas motos no tenía igual con ningún otro piloto de la época. Así que podríamos estar discutiendo si fue primero el huevo o la gallina, si fue la supremacía como piloto de Nieto o la calidad de su montura la que hizo que Nieto ganara a los demás. Discusión que no nos llevará a ninguna conclusión y que sólo vale para distraernos de lo realmente importante, y es que un español ganó tantos mundiales que, de momento, nadie ha sido capaz de igualarlo y sólo hay otro piloto con más mundiales que él en todos los años que se lleva disputado el Campeonato del Mundo de Motociclismo, se llama Giacomo Agostini y en su país es casi más importante que el presidente de la república italiana.
Datos vía | MotoGP.com; Italian Racing motorcycles (Mick Walker) Fotos vía | Photo page; MotoGPmro En Motorpasión Moto | Ángel Nieto, cercano y divertido como ninguno