Todos hemos querido ser pilotos en alguna ocasión, y Dunlop da esa oportunidad a un pequeño grupo de aficionados que tienen que pasar varias cribas hasta alcanzar la ansiada meta, que en este caso no es nada despreciable. Participar en las 24 horas de Montmeló de la mano de un equipo oficial de Kawasaki no es moco de pavo. En su momento yo también eché un vistazo a la web oficial de "Quiero ser piloto" pero en un ejercicio de sentido común no llegue a completar el cuestionario nunca. Ni mucho menos después de experiencias como las vividas en el Circuito de Cartagena a principios de año de la mano de las pruebas de Yamaha, dónde me doblaba hasta el Tato en cada tanda de cinco vueltas. Con todo este panorama, cuando me comentaron si estaba disponible para acercarme a rodar el jueves como invitado en las pruebas de selección me lo pensé unos 10 segundos y dije que si. La risa es que la invitación me la hicieron el miércoles a las cinco de la tarde y tenía que estar al día siguiente a las 11:00 en Albacete
En un principio pensaba que las motos que se iban a utilizar para la selección eran las Kawasaki Ninja ZX-10R y he de confesar que no pasé una noche muy tranquila pensando en esa bestia de 200 CV para 208 Kg. Por suerte al llegar a la mañana siguiente, con media hora de antelación, al circuito de Albacete y tras acreditarme me pude relajar un poco porque las motos que había disponibles para la prueba eran las Ninja 250R. Ni os imagináis el suspiro que pude dar, aunque una 250 de 33 CV sigue pudiendo ponerte en aprietos es casi la sexta parte de potencia para manejar desde el puño.
Por el paddock del circuito pululaban los aspirantes a ser pilotos, aunque fuera por un día. Entre los asistentes había de todo, gente muy joven, otros menos jóvenes, algunos acompañados por su chica y otros en grupitos de "colegas" de tandas y entrenamientos cronometrados. Todo un grupo variopinto pero con la misma intención, ser los elegidos. La gente de Dunlop nos atendió a todos por igual, desplegando su simpatía y atenciones liderados por José Luis Sebastián manager de Dunlop Motorsport en España. El programa era sencillo, un briefing en el que se explicó todo el procedimiento, una primera tanda tutelados por el piloto del equipo Kawasaki Palmeto en el Campeonato de España de Velocidad Julián Mazuecos. Esta tanda constaba de seis vueltas para tomar contacto con las motos y con el circuito, en las que tanto Julián como los demás ojeadores se fijarían en las maniobras de los participantes para intentar corregir los posibles vicios de cada uno. Tras esta tanda el plan era comer y luego salir a la pista para competir entre los participantes y el cronómetro. El implacable juez de cualquier actividad en un circuito.
Tras el briefing me enfundé el mono y ale, a la pista a dar vueltas con los participantes de la prueba. Ya comenté en su día que lo de rodar en circuito no tiene nada que ver con hacerlo en la calle. Por las medidas de seguridad que hay en el circuito, no hay nada cercano que te sirva de referencia, así que hay que cambiar el chip y mirar otras cosas. Los pianos, alguno de los carteles que hay en los laterales y las marcas de goma que hay en el asfalto. El circuito de Albacete, al ser casi plano es relativamente más fácil de aprender y desenvolverse por él que el de Cartagena que era mi anterior referencia. Aun así me lo tomé con calma siempre intentando evitar ser un problema para los demás que si se estaban jugando la clasificación. Aunque a pesar de esta falta de presión, los nervios en la boca del estomago no me los quitó nadie hasta que volví a los boxes. Los organizadores se preocuparon de todos y cada uno de nosotros indicándonos los errores que cometíamos tanto de postura como de movimiento sobre la moto. A mi me recomendaron que moviera mas la parte de los hombros, descolgándome mas e intentando ir un poco mas suelto sobre la moto. Evidentemente lo intenté, pero con solo otra tanda más de seis vueltas no da para muchas florituras.
Seguirá...
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