Ayer os dejamos literalmente colgados a lomos de la nueva Honda VFR800F y, en vista de los comentarios hemos hecho bien porque se os ha visto con muchas ganas de saber más acerca de este modelo. Al menos, más sobre la parte de sensaciones que nos ha transmitido durante los más de 150 kilómetros de ruta que nos permitió disfrutar.
Y si decimos disfrutar es que nos ha gustado. Bueno, para ser sincero, creo que todavía no me he subido a una moto que no me haya gustado. Algunas más y otras menos pero de todas he sacado siempre algo positivo, como queriendo hacer cierto aquello de no existen motos malas sino elecciones erróneas.
Honda VFR800F, bajo el sol de Benidorm
Mientras colocamos todos los mandos (tanto la maneta de freno como la de embrague son regulables) de la Honda VFR800F a nuestro gusto y nos fijamos en el logotipo de Honda que adorna el tanque de combustible, en tres dimensiones y que denota que estamos sobre un modelo premium (en contrapartida de la pegatina que encontramos en otras motos), aprovechamos también para ver cómo se realiza el ajuste de altura del asiento.
Cuatro tornillos, recolocación de dos piezas internas y vuelta a poner los tornillos. Alguno puede pensar que ya hay modelos en los que el sistema es muy rápido y sin falta de ninguna herramienta, pero también es cierto que variar la altura no es algo que estemos haciendo cada dos por tres. A no ser que la moto la compartas con tu mujer y seáis de tallas muy diferentes, entonces no digo nada.
La moto se siente grande, sobre todo cuando hace menos de 24 horas que te has bajado de la Honda CB650F. Para mi tamaño se encuentra en unas dimensiones casi perfectas, con una muy buena ergonomía. Quizás si rozas el 1,90 te venga muy bien colocarle las alzas al manillar, que junto con el asiento en la posición más alta evitará que vayas echado muy hacia adelante, y tus muñecas no se resientan tanto.
Pulsamos el botón de arranque y el V4 toma vida con un sonido ronco mientras que unas leves vibraciones llegan a tu cuerpo. Avanzamos los primeros metros y a pesar del tamaño y el peso, la Honda VFR800F se siente bastante ágil, más de lo que cabría esperar.
Los siguientes kilómetros se suceden entre tramos a baja velocidad, muchas rotondas y asfalto deslizante. Marchas largas y gran tranquilidad es lo que necesitamos y el lo que la VFR nos da. Un gran confort al pasar por baches, resaltos y tapas de alcantarilla, respuesta en cualquier velocidad que tengamos engranada y un gran refinamiento.
Aunque el cambio rápido está disponible desde sólo 1.500 vueltas, me parece algo innecesario usarlo por ciudad así que realizamos los cambios como normalmente se harían en cualquier moto. El tacto del embrague es dulce y dosificable al igual que el del freno, tanto delantero como trasero.
Quizás no sea el mejor ambiente para la Honda VFR800F porque estoy seguro que le gustan las carreteras más despejadas, pero la fase de la ciudad la ha superado con buena nota. Cuando estés llegando a casa o cuando salgas de ella para ir a dar una vuelta, la urbe no será una tortura. Pero vamos a lo divertido.
Honda VFR800F, más deportiva que turística
Siempre que probamos una moto, la cabeza debe estar en blanco. Sin prejuicios, sin cifras, sin datos, sin nada que pueda desvirtuar nuestra apreciación de lo que nos dice la moto. Pero en casos concretos, cuando te enfrentas a motos con tanta solera como la Honda VFR800F, esto puede ser muy difícil porque es algo que llevas viendo toda la vida.
Algo así fue lo que nos pasó con esta sexta generación ya que, y a la vista de su imponente presencia, nuestro concepto iba más a la faceta turística que a la deportiva. Es más, estuvimos en una de las paradas conversando con el ingeniero encargado del desarrollo, el jovencísimo Masatsugu Tanaka al que interrogamos el porqué no habían añadido un control de crucero aunque fuese como opción.
Su respuesta fue muy concreta: la Honda VFR800F es ante todo una moto deportiva desde el punto de vista de Honda. No es una RR, pero sí lleva en su denominación la letra R combinado con la F y por lo tanto, su faceta de diversión cobra especial importancia.
Conclusión: nunca dudéis de la palabra de un japonés. Nosotros lo descubrimos en el primer tramo verdaderamente de curvas, incluso más reviradas que las del día anterior y donde yo pensaba que hubiese sido ideal para una supermotard y no para esta moto. Así que nada de control de crucero.
Después de un par de curvas con cierta precaución hasta que nos acostumbramos a sus inercias y tacto de freno, empezamos a avivar el ritmo con toda naturalidad. Con los lógicos errores y pequeñas dudas en la trazada, que la VFR nos permitió corregir e incluso disimular, empezamos a divertirnos por lo que era una carretera ratonera de un puerto de montaña.
Pero lo verdaderamente divertido vendría luego, cuando entramos en tramos de carretera de tercera y cuarta velocidad. Entonces fue cuando ante nuestros ojos se abrió un mundo desconocido hasta el momento y que responde a las siglas uvetec. Sí, VTEC, porque este sistema puede llegar a ser adictivo y no lo entenderás hasta que no lo hayas probado.
Pongámonos en situación: curva de segunda a la que sigue una recta bastante larga. Llegamos, aplicamos frenos y detenemos la Honda VFR800F sin ningún titubeo allí donde queramos gracias a sus nuevas pinzas radiales. La trazamos y abrimos gas mientras la aguja asciende por la escala. Al llegar a 7.000 revoluciones, el sonido cambia radicalmente y a 7.500 la explosión de potencia hace aparecer en nuestro rostro una sonrisa. A partir de aquí, se convierte en una auténtica droga e la que sufriremos síndrome de abstinencia en los siguientes días.
Porque de un sonido ronco como teníamos, la Honda VFR800F se convierte en un barítono aullador. Una octava por debajo de lo que escuchamos en una deportiva pura pero para nada lo que esperaríamos de una moto como esta. Y cuando nos aproximamos al corte y ahora sí utilizamos el cambio rápido, con el gas enroscado a fondo y empalmamos otra marcha que engrana casi sin transición, permitiéndonos coger aire para luego volver a gritar entre las montañas.
Porque un servidor acabó la prueba afónico. Al resto le dije que era por la combinación del aire frío de la mañana y una pequeña infección de garganta. Pero a vosotros os puedo confesar que fue por ir gritando a la vez que el VTEC inundaba mis oídos. Al final, sólo un hilillo de voz salía de mi garganta, pero la demostración de que aun quería más seguía partiendo de mi puño derecho.
La Honda VFR800F tiene en carretera un comportamiento intachable. Aunque lo intentamos, no llegamos en ningún momento a poner en aprietos a su parte de ciclo ni a su chasis, dándote cuenta realmente de lo rápido que vas cuando sin previo aviso, tu deslizadera derecha entra en contacto con el asfalto de la carretera sin que lo hayas buscado en ningún momento. Y tu cabeza te dice, ¿con una VFR?; mientras que tu cuerpo responde a esa pregunta con una marcha más...
Continuará...
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