BMW F800 GS, prueba (conducción en ciudad y carretera)

BMW F800 GS, prueba (conducción en ciudad y carretera)
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Después de ver ayer las peculiaridades de esta BMW F800 GS y las novedades más importantes que incorpora en su restyling de cara a 2013 hoy nos subiremos por primera vez a esta trail de nueva generación. El aspecto, a parte de ser incontestablemente BMW (a excepción de ese guardabarros multistradico), dista mucho de las antiguas trail y tiene una planta que nada más verla te dan ganas de subirte encima y hacer kilómetros descubriendo las carreteras y pueblos más escondidos.

Sus largas patas le dan un envergadura considerable y las llantas de radios le sientan de maravilla, y aunque los Pirelli Scorpion que monta de serie van la mar de bien en carretera y tienen unas prestaciones sensacionales, me gusta más con unos neumáticos más camperos para las incursiones por zonas no asfaltadas. La primera impresión cuando tocó ponerle la pierna encima fue un “uf, voy a necesitar un andamio”, pero como el amor por las motos me puede, como a casi todos por aquí, supe sobreponerme a este contratiempo sin importancia, así que al lío.

BMW F800 GS: robustez, determinación, facilidades

BMW F800 GS

Antes de arrancarla y terminar de ajustar toda la indumentaria me escoré hacia la derecha para quitar la pata de cabra, y al volver a apoyarme sobre el pie izquierdo (las manías de cada uno) me di cuenta de que la distancia libre al suelo es brutal y de que el asiento es realmente confortable y mullidito. Ese movimiento típico e instintivo en motos de talla más mediterránea me pareció una gymkana sobre esta BMW F800 GS.

A continuación me dispuse a girar el contacto, hizo el chequeo de inyección, y tras pulsar el botón de arranque el bicilíndrico se pone en movimiento con facilidad y un dulce rumor. La sonoridad del dos cilindros en línea es realmente baja y no molesta en ningún momento, todo lo contrario, cuando vas en marcha parece que vayas montado sobre un coche eléctrico por la linealidad con la que empuja y los escasos decibelios que salen por el tubo de escape. Por cierto, escape que cambiaría gustoso por el Akrapovick del catálogo, mucho menos voluminoso y más ligero.

Los 85 caballos del motor alemán rinden más que de sobra para el propósito al que está destinada y, además de ser solvente desde las 3.000 hasta las 8.000 vueltas, la dulzura que ofrece te hace sentir la misma tranquilidad que cuando estás sentado en tu sofá de casa y esperas que el mando de la tele cambie de canal. Fácil.

BMW F800 GS

Precisamente esa es la impresión que recibí del conjunto, la de un sofá, y no por que su comportamiento fuera perezoso, sino por la postura que se adopta a sus mandos. Las piernas quedan poco flexionadas y hacia delante con el fémur prácticamente horizontal y el estribo dejando el pie por delante de la vertical del tronco. Las manos se extienden hacia delante y agarran el ancho manillar con la espalda totalmente erguida. El resultado es una postura, un pelín forzada para mi estatura, pero muy cómoda.

La calidad de los materiales empleados es intrínsecamente BMW y da gusto andarla manoseando por todas partes. Parece ser que a los alemanes les gusta hacer que sus clientes se sientan agasajados y hasta las torretas del manillar desprenden calidad, sin olvidarnos de la práctica y rediseñada piña de mandos que está hecha de un plástico que no creo que envejezca así como así con el paso del tiempo.

BMW F800 GS: el poder vikingo

BMW F800 GS

Cuando empiezas a rodar con ella notas la suavidad del propulsor desde el primer momento, la dulzura con la que sale desde parado y comienzas la marcha es propia de un scooter, prácticamente podrías evitar muchos cambios de marcha porque el escalonamiento es bastante largo, es una viajera al fin y al cabo.

El embrague es un multidisco tradicional accionado mecánicamente por un cable pero el tacto es de blandiblú y el funcionamiento aterciopelado. Es difícil notar el cansancio en la mano izquierda que acusas sobre otras motos parando la moto de semáforo en semáforo. A los que hemos sido ducatistas se nos reconoce por un antebrazo izquierdo sobredimensionado.

La sensación de comodidad inunda cada instante a bordo de esta F800 GS. Es una moto con un propósito claro y en BMW saben cuidar la ergonomía más que en ninguna otra marca. Algunas cosas pueden parecer triviales como el poner gomas en todos los reposapiés, tanto de piloto como de pasajero, pero hay otras en las que se nota que se lo han currao. Los que venimos del offroad sabemos la importancia del tipo y dureza de material que se emplee en los puños, y los que han usado para culminar el manillar alto de la pequeña de las GS es el óptimo, además de ser calefactables (no de serie).

BMW F800 GS

Evidentemente, realizando los casi 1000 kilómetros de prueba entre las provincias de Madrid y Toledo bajo una de las temibles olas de calor veraniego con temperaturas próximas a los 45 grados no probé la calefactabilidad de los puños, pero lo que sí pude comprobar es que no es una moto en absoluto calurosa. Las fibras abiertas evacuan el calor con suma efectividad y no va a parar nada al piloto.

Lo que más me hizo sudar con ella fueron las fotos a pleno sol de mediodia, así que se puede utilizar en ciudad como un scooter. Sólo hay que tener en cuenta el volumen general de la moto, sobre todo si le quieres poner maletas (lo recomiendo, además lleva la preinstalación hecha). Con un poco de cuidado y siendo consciente de lo que llevas puedes ir remando entre los coches plácidamente sin peligro de tronchar ningún retrovisor, pues el manillar pasa holgadamente por encima. Salvo que el oponente sea una furgoneta.

BMW F800 GS

Mañana nos iremos a dar un largo paseo, que a esta alemana si no la sacas de viaje se enfada. ¿Os venís?. Lo siento, pero no vamos a ver al Ecce Homo eccehomo de Borja.

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