Los primeros movimientos con la BMW C 650 GT prácticamente en parado los realizo con la máxima precaución. La moto es voluminosa y además, su peso de aproximadamente 261 kilos se dejan notar perfectamente. Además, la plataforma ancha no nos permite muchos excesos con las piernas por lo que deberemos tener cuidado. Aunque rápidamente te acabas acostumbrando y su corto radio de giro, por ejemplo, te permite girar en muy poco espacio.
Comenzamos nuestro desplazamiento por el centro de Madrid y sorprendentemente, en cuanto el BMW C 650 GT coge marcha, los kilos desaparecen como por arte de magia. Si ahora me preguntases cuánto pesa, te diría que no más de los dos centenares. Dinámicamente el cambio es radical y nos empezamos a mover entre el tráfico con absoluta naturalidad.
Con 60 CV disponibles en el puño derecho, las aceleraciones son fulgurantes. Incluso hay que tener ojo en las intersecciones en las que, por ejemplo, realizamos un giro de 90 grados a la salida. Si abrimos a fondo o prácticamente a fondo, notaremos como la rueda trasera comienza a deslizarnos a poco que el asfalto esté un poco gastado. Que si, que es un scooter, pero con unas cifras de potencia que ya quisieran algunas motos más sencillas. Eso si, el sonido que sale por el escape es muy light. Le falta nervio, mala leche, ser algo más ronco. Se van a hinchar a vender el Akrapovic slip-on que tienen como accesorio, os lo aseguro.
La posición, al igual que vimos en parado, es muy cómoda. Ahí iba yo, recostado prácticamente sobre el asiento y apoyado en el respaldo, con las piernas casi completamente estiradas, algo nada fácil con mi altura. El entorno se controla perfectamente y los retrovisores cumplen su función bastante bien, aunque en este caso y por mi envergadura, los brazos me tapaban un poco la visión.
En el apartado de frenos, más que suficientes. El delantero muy progresivo y cómodo. El trasero no tanto, más duro y necesitas aplicar más fuerza para conseguir sentir que está haciendo efecto y si te pasas, notarás como entra en acción el ABS, quizás demasiado pronto para mi gusto.
BMW C 650 GT, ¿quién dijo que los scooter no son para carretera?
La carretera se despeja y el límite de velocidad de 50 desaparece. El recorrido, unos 90 kilómetros por la zona norte de Madrid, en carreteras de todo tipo con muy buen asfalto. La ruta, en nuestro GPS y sólo una hora fijada para llegar. Cómo lleguemos es cosa nuestra.
Después de una pequeña sesión de fotos, es hora de meterse en harina. Subimos la pantalla eléctrica hasta aproximadamente la mitad desde el mando situado en la piña izquierda para que cuando aumentemos la velocidad estemos un poco más protegidos y nos ponemos a circular. Del grupo de cuatro periodistas españoles que nos hemos juntado, soy el único que lleva la BMW C 650 GT mientras los otros tres en ese momento disfrutan del modelo Sport.
Llegamos a la primera zona de curvas y la ataco con precaución. No se me olvida que voy encima de un scooter y no quiero llevarme un susto a las primeras de cambio. Pero la sorpresa se va haciendo rápidamente tan grande como mi sonrisa debajo del casco. Aumento el ritmo, y la BMW C 650 GT sigue comportándose igual que si tomase las curvas a baja velocidad. No hay flaneo, no hay movimientos, la estabilidad en el paso por curva es absoluta. Inclino todo lo humanamente posible y no rozo con nada: ni el escape, ni el caballete, ni la panza como otros modelos… ¿Sigo realmente en un scooter?
Pues sí, aunque viendo la contundencia con la que acelera a la salida de las curvas también estoy empezando a pensarme que no, que no es tan scooter como lo pintan. ¿Y en el apartado de frenos? Pues con suficiente potencia como para detenerte con absoluta seguridad y lo que es mejor, después de un uso intensivo en una bajada en la que estaba empeñado en llevarme los 25 puntos para el bolsillo, apenas noté ningún bajón de rendimiento. Eso si, el tacto del trasero seguía sin gustarme. Demasiado duro y con poco tacto.
Hacemos una parada con la intención de comentar algunas impresiones. Echo la pata lateral y como por arte de magia, el scooter se queda frenado en el sitio perfectamente. ¡Menudo invento esto del freno de estacionamiento automático! Aunque todo hay que decirlo, da un poco de repelús bajarte de ella si meter una velocidad o poner a mano el freno de mano tu mismo. ¿Se caerá? Nada, nada, todo es cuestión de tener fe.
La autopista arranca un poco más allá, y ya tengo ganas de probar qué tal se comporta como una GT pura, con kilómetros y kilómetros delante de ella. Pero eso será mañana.
Continuará...
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