Continuamos con la serie de relatos que nos habéis hecho llegar al correo laprimeravezenmoto@motorpasionmoto.com junto con algunas fotos de vuestra experiencia en moto. En este caso ya solo el título que le ha puesto Siasegos a su relato “Mi primer viaje en moto…. al infierno” nos anima a la lectura y seguro que alguno hemos estado en situaciones similares aunque no tan dramáticas.
En mi caso, en varias ocasiones he tenido que para mi ruta por lluvia intensa o incluso nieve, pero nunca he experimentado una tormenta eléctrica cuando circulaba en moto. Y ni la quiero tener después de leer el relato de Siasegos. La verdad es que si lo pienso fríamente, no sabría que hacer, si parar y esperar en medio de la nada, o continuar esperando que los neumáticos separen lo suficiente a la moto de la tierra para no atraer los rayos.
Viernes 18 de Junio de 2004, 18:30h, Hernani, Gipuzkoa, temperatura 24º C, humedad 70%. La moto sin tapas, monto el relé y para mi sorpresa los intermitentes empiezan a funcionar, ¡perfecto! Monto las tapas, con el aceite, presiones y luces revisadas del día anterior. Coloco con sumo cuidado la bolsa sobredepósito, nos montamos y salimos de viaje a las 19:00h. Primer error, ir hasta Vitoria por Etxegárate. Antes de dicho puerto, la autovía se reduce a un carril. Viernes tarde, todo el mundo hacia casa mas fin de semana igual a atasco monumental, empiezo a suspirar a tan solo 30 Kilómetros de la salida.
Pasado Etxegárate, el tráfico es más fluido y todo parece más tranquilo pero el cielo está empezando a encapotarse. Superamos Vitoria sin más problemas que otro par de golpes de mi acompañante con las piernas queriéndome indicar que a 324 metros un coche está comenzando a frenar… que sí, que ya lo he visto, le digo con gestos de cabeza. Llegados a Miranda de Ebro. Segundo error, decido no ir por la autopista, y continuar por la nacional. Llegando a Pancorbo el tráfico es insoportable, todo el mundo tiene prisas por llegar a Dios sabe donde, lo que provoca más "golpecitos" con las piernas. Tercer error, para evitar el tráfico y disfrutar de un bello paisaje, me desvío de la N1 dirección Oña.
El cielo se encapota del todo, no llueve pero hay bastante viento lateral. Seguimos el viaje y el viento va a más, empiezo a notarlo en la moto porque me cuesta mantener la trayectoria. El aire continua soplando más, mucho más, tanto que comienzo a pensar en dar la vuelta y seguir por la N1. Pero como ya llevamos 10Km recorridos en este tramo decido continuar. El viento sigue soplando mucho, muchísimo más, y empiezo a tener serios problemas para mantenerme en mi carril. Como hay algunos árboles a los lados de la carretera y el viento continúa aumentando parece que voy esquivando conos. La novia me dice q tiene un poco de miedo, y yo le digo q no pasa nada, q todo esta bajo control. Sí sí, bajo control… ¿y que queréis que le diga?
El viento lateral no amaina sino todo lo contrario, de repente, al atravesar un pueblo ya me es completamente imposible controlar la trayectoria y me voy de carril a carril, varias veces. En este momento yo también comienzo a tener miedo y empiezo a barajar la posibilidad de pedir alojamiento en algún pueblecito, yo he conducido con viento, con muchísimo viento, pero lo de hoy no es ni medio normal.
Son las 20:30h, no hay sol y el tiempo empeora. El frío se empieza a notar y yo solo llevo una camiseta interior bajo el mono. Cuando ya desisto de continuar el viaje y opto por parar en algún pueblo, me doy cuenta que con las prisas y los nervios, me he olvidado la cartera, el DNI, la visa, el dinero y el carnet de conducir. Me consuelo porque al menos en Miranda llené el depósito de gasolina con lo que tenía en el bolsillo pero aun así, decido continuar. El viento amaina y nos da un poco de tregua, aunque yendo en recta con la moto inclinada podemos continuar el viaje y esta vez por el carril correcto.
El viento sigue amainando y me alegro de no haber parado a pedir alojamiento, imagínate la escena sin dinero. Al poco rato me desvío de esta carretera y me dirijo dirección Poza de la Sal. ¡Qué maravilla! sin tráfico, sin viento, entre bonitos árboles. Todo parece mejorar y mi chica me dice que ahora va muy a gusto. Atravesamos Poza de la Sal y subimos el puerto hasta llegar a un páramo con un parque eólico. Paramos a fumar pero es absurdo, aquí arriba también hace mucho viento. Con el cielo ya totalmente encapotado y acercándose el anochecer, todavía nos quedan unos 130 kilómetros hasta el destino. Muy justo para la gasolina que nos queda, pero por suerte acabamos de encontrar un billete de 50 Euros en uno de los bolsillos. ¡Nuestra salvación!
Reemprendemos el viaje y a los pocos kilómetros veo caer un rayo bastante cerca, ella da un brinco, y yo me río, aunque ha caído bastante cerca no es para tanto. Sin haber pasado ni dos minutos, caen dos rayos casi seguidos, estos muy muy cerca, esta vez hasta yo he dado el brinco. Para colmo empieza a llover, no mucho, pero lo suficiente para perder visibilidad. La lluvia aumenta y los rayos empiezan a caer de seguido. Los que caen tras nosotros apenas los veo pero los que caen delante o a un lateral asustan y mucho. Os juro que esto parece el infierno y "el jefe" está de cabreado.
Ella se pega y se agarra a mí, que marrón pienso, que mal lo tiene que estar pasando. Empiezo a maldecirme por no haber parado en aquellos pueblos y mientras con la mano izquierda le acaricio la pierna para intentar tranquilizarla, pero es inútil. En ese momento caen dos rayos casi simultáneos uno a cada lado de la carretera y otro más se forma entre los dos. Doy un brinco enorme, suelto su pierna, me agarro, y empiezo a pensar en las clases de física a las que nunca presté atención. Si cada segundo hasta que suena el rayo son 300 metros. Pero entonces, ¡si no ha pasado ni un segundo! Me empiezo a asustar de lo lindo. Me acuerdo de mi coche, de mi casa, de lo bien q estaríamos en la playa y sinceramente empiezo a pensar en lo peor. Mientras tanto la lluvia empeora y hay veces q no puedo ver nada. Los rayos caen cada vez más seguidos, que mal lo estoy pasando, vendería mi alma al diablo con tal de q se paren los malditos rayos. Hay miedo, mucho miedo y estamos solos, absolutamente solos, no hay ni un solo pueblo en 30 o 40km a la redonda, y hospitales ya ni te cuento.
Continuamos como podemos y por fin veo un cartel que dice: "MASA", es una aldea, me cruzo con dos coches que alucinan con nosotros, decido no pararme solo quiero llegar al destino, además solo faltan 10 kilómetros para la nacional. Poco a poco los rayos se alejan, o yo de ellos, y la lluvia aumenta, pero bueno, la lluvia es eso, solo lluvia. Creo que nunca me he alegrado tanto de conducir con lluvia y sin rayos. Hacer esos 10 Km se hacen bastante duros, llevo más de 50 desde la zona con viento con las piernas de mi novia literalmente incrustadas en mis caderas. Además con la visera que llevo no veo nada, prácticamente en cada curva la tengo que levantar para ver la carretera, no hay coches a los que seguir, ni luces, ni farolas, ni luna, tan solo oscuridad y agua.
¡PA PON PIN PÚM! Otra vez no, se me ha humedecido una bujía y ahora voy a 3 cilindros. ¡Lo que faltaba! Debí haber apretado bien las gomas cuando las cambie. El miedo no viene ahora por las bujías ni por el agua, a 3 cilindros voy a gastar mucha más gasolina, y de momento, no hay ninguna gasolinera hasta Aguilar de Campoo, unos 60 Kilómetros. Por fin llego a la general, pasan varios coches. Acelero mi ahora tricilíndrica lo que puedo y salgo hasta contactar con el último coche en pasar por el cruce. Entonces, ya detrás de unas luces rojas, empiezo a descansar un poco. Cuando el coche acelera en las rectas, me cuesta recuperar, no acelera como debe. Creo que mi próxima moto no será una Triumph.
Poco a poco, con el paso de los kilómetros la lluvia va desapareciendo y con el aire la bujía comienza a secarse un poco, por lo que empieza a mal-funcionar, ahora si, ahora no. Paramos en la gasolinera, y lo primero que hago es darle un beso a mi novia. De verdad, pocas veces he tenido tantas ganas de darle un beso, y es que si yo he pasado miedo, ella no quiero ni pensarlo. Repostamos, y ya como quien va por su ciudad, ponemos ritmo al destino, un pequeño pueblo (el natal de mis padres), a 40 Km de Aguilar tras pasar también Cervera de Pisuerga. Allí nos esperan mis padres y mi abuela, con la ducha preparada, la cama hecha (de colchón de lana de oveja), y sobre todo una espléndida cena a base de morcilla, chorizo y lomo adobado, todo autóctono claro está. Esto amigos es lo mejor del viaje, y os aseguro que mejor que una cena con velas en restaurante de 5 tenedores. De ahí a la cama, donde pienso en lo peor y en lo mejor, ya estamos a salvo, con 340 malditos Kilómetros en el cuerpo y doy gracias a Dios por haber llegado bien.
Mi chica, después de algún pequeño paseo en moto y este viaje, se ha ganado el título de MOTERA, MOTERA con mayúsculas, y eso que le da autentico pánico el tráfico, la carretera y los viajes con mal tiempo. Finalmente, antes de que el sueño me venza, de algún modo y no se bien porqué motivo, me alegro de haber venido en moto. Una vez más creo que en el fondo me ha gustado, no se explicarlo, ni como ni por que, pero antes de dormirme el sabor de boca es de victoria, como quién ha ganado su primer GP.
Y como me dijo una persona una vez: "nuestras novias son más moteras de lo que dicen o nos quieren más de lo que pensamos".
En Motorpasión Moto | La primera vez ...