Además de la alianza de Ducati, Ford y Audi para desarrollar un sistema de comunicación V2X, durante el multitudinario Consumer Electronic Show (CES) de Las Vegas hemos podido ver de nuevo el proyecto de moto que se conduce sola de BMW.
El ConnectedRide de BMW es un proyecto que se remonta años atrás, y en el que cada vez consiguen cosas más espectaculares. Este es el caso de la R 1200 GS que parece llevada por un piloto fantasma, pero nada más lejos de la realidad, se pilota a sí misma gracias a un complejo sistema destinado a perfeccionar las ayudas a la conducción.
Objetivo: conseguir motos más seguras
Tomando como punto de partida una BMW R 1200 GS Adventure, el equipo de BMW Motorrad en colaboración con Ab Dynamics siguen progresando en el desarrollo de su tecnología de conducción autónoma de motocicletas. En este caso todo el equipo va alojado en las maletas de la moto, con una antena sobre el top case y diferentes actuadores para controlar la dirección, acelerador, frenos, cambio y un caballete lateral retráctil.
Porque sí, esta BMW autónoma es capaz de arrancar y parar por sí misma, no necesita la asistencia de un humano para iniciar la marcha ni detenerse. Pero lo mejor de todo es que sus sistemas están tan bien integrados pese a ser un prototipo de trabajo que no interfieren en un uso normal, pudiendo ser manejada por un humano sin adaptar ni desmontar nada.
Pero en realidad lo que hemos visto en el CES no es nada nuevo. Primero vimos esta tecnología aplicada sobre un veterano BMW C1 y luego a la misma BMW R 1200 GS rodando sin piloto en un circuito cerrado. Su presencia en el CES es doble: por un lado los alemanes llaman la atención sobre el público mainstream mientras que por el otro avisan que van muy en serio con esta nueva tecnología.
¿Y para qué queremos una moto autónoma? Pues en principio para nada. La gracia de una moto es precisamente el poder conducirla en una simbiosis entre hombre y máquina que nos llena de orgullo y satisfacción. En lo que sí ayudan estos prototipos de manera más que notable es en el desarrollo de ayudas a la conducción para desarrollar sistemas que las hagan aún más seguras.
Lo cierto es que BMW Motorrad no ha soltado prenda sobre el sistema en sí denominado ConnectedRide, pero podemos suponer que funciona apoyándose en acelerómetros, giroscopios y, en el caso del C1 que podía detectar un coche, evitarlo y adelantarlo, sensores radar y/o cámaras.
Estos desarrollos tienen todo el sentido para perfeccionar tanto las tecnologías actuales de control de tracción, plataformas de medición inercial o ABS como para abrir nuevas vías de desarrollo, además de crear la posibilidad de probar nuevas ideas sin poner en riesgo a pilotos humanos. Bastaría con programar qué se quiere probar exactamente y cómo y dejar que la moto se caiga sola, si es que se tiene que caer.
Es decir, estos proyectos de BMW o los que vimos anteriormente como el Motobot de Yamaha o la moto eléctrica de Honda que se conduce sola y sigue el paso de un humano, no tienen por qué repercutir en motos aburridas autónomas, son un medio para hacer de las rutas en moto una experiencia más segura.
El principal objetivo a corto/medio plazo es dotar a las motos de sensores que sean capaces de anticiparse a obstáculos en el camino, detectar vehículos en trayectorias convergentes o minimizar los tiempos de respuesta ante una pérdida de adherencia. En definitiva, anticiparse y servir al conductor a minimizar los riesgos. Sin duda unas medidas más que interesantes si se aplican a las motos de calle, algo que sin duda ocurrirá tarde o temprano.
Sin ir más lejos, en 2017 BMW Motorrad ya presentó un prototipo bastante próximo a la realidad. Se trataba de la BMW R 1200 RS ConnectedRide, una moto cargada de tecnología para reducir los accidentes entre motos y coches. Este prototipo en teoría era capaz de detectar coches aproximándose al realizar giros a la izquierda, en cruces, alertas de vehículos aproximándose, avisos si el motorista va a saltarse una preferencia de paso o alertar a otros usuarios de la vía de la presencia de la moto si detecta que, por ejemplo, un peatón puede invadir la calzada.