Tras el amplio frontal se esconde un panel de instrumentos de lo más completo, formado por dos relojes y una pantalla digital en el centro de ambos. A la derecha las revoluciones y el indicador de gasolina. A la izquierda un reloj dedicado exclusivamente a la velocidad, y no es para menos ya que la aguja tiene su límite en ¡220 kilómetros por hora! En la pantalla del centro tendremos información de la hora, la temperatura del motor, cuentakilómetros parciales, y toda la información necesaria en los avisadores luminosos situados en la parte de abajo.
Si seguimos hacia atrás analizando la GP 800, nos encontramos con un espacio para las piernas con una amplia zona central, dónde se esconde el chasis. La zona destinada a las piernas se ve por tanto penalizada, pero esta falta de espacio se ve justificada porque el conjunto hace necesario un chasis robusto.
El asiento es bajo, con poca diferencia de altura entre la posición del piloto y la del acompañante, lo que unido a una parte trasera limpia de respaldos y coronada con dos llamativas ópticas circulares forman una de las traseras más agresivas de todas las scooter actuales. A los lados del asiento y sin sobresalir por encima de éste, dos prácticas asas permitirán sujetarse al pasajero, algo necesario teniendo en cuenta que con las aceleraciones de la GP 800, es fácil que éste se quede olvidado atrás.
Por último, y como colofón final a un diseño estilizado, deportivo y vanguardista, la doble salida del silencioso de escape por el lado izquierdo de la moto forma un conjunto realmente espectacular, que despierta las miradas de todos los "compañeros" de semáforo.
Llega el momento que estaba esperando. Me dan las llaves de la GP 800 y no dejo que pase ni un minuto para ponerme en marcha. Unos segundos antes había leído en el dossier de la moto una cifra que llamó mi atención poderosamente: aceleración de 0 a 100 kilómetros por hora en solo 5,7 segundos. ¿Seguro que estamos hablando de una scooter?
Continuará...