Como toda las mañanas a las siete ya estábamos desayunando en el hotel para acto seguido realizar el mantenimiento de rigor a las motos, limpiar filtro de aire, comprobar aceite, revisar cadena. Aunque como hoy toca dunas, a diferencia de otros días, nos recomiendan no engrasar la cadena para no destruir los retenes. Además parece que vamos a tener buen día, por que hay algunas nubes que ayudarán a que nuestro paso por el desierto no sea tan caluroso.
Hoy aprenderemos otra de “las reglas” de este país. Y es que estés donde estés, desierto, montaña, fuera de pista, o donde sea, si te paras más de diez minutos en un punto siempre aparecerá alguien que no te explicas muy bien de donde ha podido salir para charlar un rato, pedirte algo o simplemente observar que estas haciendo. Una de las auténticas rutas del antiguo Paris Dakar nos espera a pocos kilómetros del hotel y después de rodar por unas pistas con poca complicación enseguida nos encontramos atravesando un río de arena para desembocar en las dunas del Erg Chebbi.
Parece mentira, pero un río de arena también tiene sus complicaciones y enseguida comprendes por que lo llaman río. Ya que realmente si vas contra corriente y no sigues la senda que esta marcada por el viento en la arena vas a tener que ir constantemente luchando con el manillar para ir donde quieres. Ahora si te dejas llevar por la corriente todo es mucho más fácil.
El primer contacto con la primera duna del Erg Chebbi fue raro, una sensación como de estar en terreno embarrado donde no hay casi tracción. Enseguida recibimos las primeras instrucciones de Antonio Ramos para rodar en este tipo de terreno que podemos resumir en Gaaasssss. Los comienzos fueron complicados hasta que te adaptas al terreno y como podéis ver en la foto más de uno nos quedamos enganchados en la primera subida importante. ¿A que no adivináis quien es el que tiene la moto en el suelo?
Es todo una arte el moverte con soltura en este terreno, así aprendimos enseguida que por donde hay huellas de camello ese es el mejor terreno para rodar, ya que por allí casi no te hundes en la arena. También hay que estar muy hábil para coronar la duna con el impulso suficiente para no quedarte corto y tener que dar la vuelta. No intentes subir una vez parado, aunque te falte menos de un metro, por que lo único que puedes conseguir es que la rueda trasera se hunda hasta el basculante. O peor todavía es cuando te has pasado en el cálculo y sales volando hacia el otro lado de la duna. ¿Verdad Jerome?
Y mención a parte supone la orientación en medio de las dunas. Menos mal que nosotros lo teníamos fácil solo con seguir a Antonio, por que con unas cuantas dunas que subas y bajes ya no sabes ni por donde has entrado ni por donde tienes que continuar. Realmente en este gran paisaje de arena te das cuenta de lo insignificante que eres en un terreno tan hostil. Pero eso si, en medio del desierto si te paras lo suficiente, también se acercará alguien para ver que estas haciendo allí y es que hay más de un poblado nómada que van de oasis en oasis recorriendo su desierto.
Después de una buena paliza duna arriba duna abajo, incluso saliendo por orejas como superman al enterrarse la rueda delantera en una bajada con arena muy fina y poco compactada. Llegamos al pie de la que llaman la gran duna, donde había un oasis para podernos refrescar y recuperar algo de aliento después de luchar con la arena. Nunca me ha gustado el té, pero he de reconocer que todo el que he bebido en Marruecos me ha resultado bastante agradable y ayudaba a quitar la sed y reponer fuerzas. Estábamos tan a gusto charlando al pie de esa enorme duna de unos 150 metros de altura, que nos daba mucha pereza reemprender la marcha.
Pero enseguida nos encontramos atravesando las arenas doradas del Erg Chebbi rumbo de nuevo a Erfoud por unas pistas de arena que al paso de nuestras motos levantaban un polvo que hacía casi imposible rodar agrupados. En una de estas pistas nuestro compañero de viaje Juanma salió volando en una especie de dubies a más de diez metros de donde paró su moto. Realmente cuando llegamos a su altura y vimos como había partes de la XR desperdigadas en dos metros a la redonda y él estaba quejándose del cuello nos temimos una buena lesión. Pero Juanma es bravo y aunque para él se acabó montar en moto en esta excursión, por el latigazo cervical que le dejó durante los próximos días el cuello tieso, seguro que ahora ya bastante más recuperado esta deseando volver a subirse en la moto.
Llegamos al hotel a una hora bastante decente, lo que nos dio la oportunidad de ir a la ciudad de Erfoud para pasar la tarde y así poder llevar al Hospital medicinas, sillas de ruedas y más material que había traído Aziz para donarlo. Ya que siempre le gusta venir cargado, para intentar ayudar al que menos tiene con lo que aquí en Europa parece que incluso nos sobra.
Pronto a la cama que la etapa de mañana también va a ser larga.
Gracias de nuevo Javi por el vídeo.
En Motorpasión Moto | Marruecos 2011; comienza nuestra aventura.
Marruecos 2011; Primera etapa Midelt, Erfoud, la rambla de piedras