
Los '90 eran otro rollo. Internet, la cultura popular, los videojuegos, el lanzamiento de la PlayStation, 'Friends'... Y motos, muchas motos. De hecho, para muchos, los años 90 fueron la época dorada de las motos.
El motocross gozaba de una popularidad que ya quisiera ahora; las deportivas de calle acababan de despegar, y fueron recibidas como las heroínas de los 90. Tanto que la cosa se acabó yendo de las manos. Y las cuatro marcas japonesas firmaron un "acuerdo de caballeros" para no estampar sus motos a más de 300 km/h.
Tres motos y un mismo destino: un "pacto de caballeros" japonés
Honda CBR900RR A muchos se les acaba de revolver el estómago. Como para no; es la moto deportiva que muchos conocen como la verdadera Fireblade. Se empezó a librar una batalla épica por superar a la peso pluma nipona de 185 kg y 125 CV. Aquello era un misil tierra-tierra. Pero no era la que más.
Evidentemente, aquello vendió; adrenalina pura accesible para los mortales. Entonces las marcas empezaron a imitar la jugada de Honda: Ducati lanzó su icónica 916, Honda actualizó la Fireblade en el '95, Suzuki sacó su mítica GSXR-750, Kawasaki su ZXR750, y por supuestísimo, Yamaha su YZF-R1. Pero ninguna de esas es la protagonista de hoy.El mundo de la moto estaba obsesionado con la velocidad; esa era la lectura general.
Cuanto más rápido, mejor. Todas recuerdan a una época bonita. Pero no son por las que las marcas hicieron historia y publicidad precisamente. Hay que echar la vista atrás solo unos pocos años. 1990. De todas las que hemos mencionado, ninguna como la Kawasaki ZZ-R1100. Muchos la conocen como la ZX-11. Esta llegó un poco antes que la CBR900RR, justo en el 1990.
Cuatro cilindros en línea, 1.052 centímetros cúbicos, 145 CV y el famoso Ram-Air, que se estrenó en esta moto. Lo que hicieron los de Akashi pasó a la historia como la moto de producción más rápida del mundo. No solo del mundo, sino que fue la más rápida hasta ese día. Ninguna la superaba. Era capaz de ponerse a 283 km/h.
Vale que había motos con más potencia, pero aquella moto supuso un antes y un después. Tanto que se explica con el siguiente movimiento de Honda: la CBR1100XX Super Blackbird. Los japoneses acababan de abrir una guerra por la velocidad: querían publicidad gratuita pisoteando a Kawasaki con eso de "la moto de producción más rápida del mundo".
La pelea era tan seria que a esa Blackbird la llamaron 'Lockheed SR-71 Blackbird'. ¿Saben lo que es eso? El caza más rápido de la historia. De hecho, hasta tenía un aire. Por eso Honda se inspiró en el Lockheed Blackbird, que nació a finales de los años 60 y se convirtió en el avión más rápido del mundo. Hoy, más de 60 años después, lo sigue siendo.
Si la ZX-11 cubicaba 1.052, la Blackbird cubicaba 1.137; si la ZX-11 rendía 145 CV, la Blackbird rendía 164 CV... Y si la ZX-11 se ponía a 283 km/h, la Blackbird a 287,3 km/h. Casi 6 km/h más rápida que la competencia.
Pero en esta historia falta alguien: Suzuki. Es cuando nació el mito. El halcón japonés. La única de esas motos que, a día de hoy, ha sobrevivido a miles de vicisitudes: la Hayabusa.
Porque si lo de Honda ya era icónico llamando Blackbird a su moto, llamar Hayabusa (que significa halcón peregrino en japonés) ya fue la puntilla. Y ni se despeinaron en el intento: alcanzaron los 312 km/h de máxima.
Lo de los 300 km/h picó mucho en la competencia. Pero mucho al nivel de que Kawasaki preparó una moto nueva, la ZX-12R, y se dijo que aquella moto llegaría a los 320 km/h para pisar a Suzuki. Como veis, todo era una guerra por ver quién tenía más... Velocidad máxima.
Europa, tú, otra vez. Tus formalismos y preocupaciones volvieron a intervenir. Un grupo político empezó a llamar a estas motos "máquinas de la muerte" porque iban a más de 300 km/h. Se temía que, como eran motos homologadas, todos empezasen a comprarlas y correr por las calles con ellas a más de 300 km/h. Así que se lo tomaron muy en serio, pero mucho.
Y es aquí donde llega el "pacto entre caballeros". Año 2000. Kawasaki lanza finalmente la ZX-12. Pero había un problema: llegaba a 299 km/h, pero no pasaba de los 300 km/h. ¿Y eso? ¿Y la guerra por la velocidad?
La historia dice que gente de BMW viajó a Japón para reunirse con los equipos de las tres fábricas y charlar un rato sobre sus motos. Todos sabían que cogieron mala fama, y los alemanes se vieron obligados a viajar a Japón para alcanzar un "pacto entre caballeros" (como los medievales, que eran capaces de pactar con sus enemigos) para acabar con la mala publicidad. ¿Cómo? Limitándolas electrónicamente a 300 km/h.
Nadie llegó a reconocer nunca nada. Al menos no Kawasaki, tampoco Suzuki. Honda sí que ha llegado a afirmar que sus motos no superarían los 300 km/h; pero no el motivo por el que eso es así.
Los italianos se acabaron cargando el pacto. Concretamente MV Agusta en 2007 con su nueva F4 R. Aquella bestia se bautizó como 312. Ya puedes intuir el motivo: porque alcanzaba los 310,99 km/h. BMW luego rompió el acuerdo con su S1000RR, que también se ponía a 303 km/h. Y luego cayó Ducati con su Panigale R... Un pacto que los europeos se saltaron a la torera, pero no los japoneses.
Por cierto. En toda esta historia la Kawasaki Ninja H2R no cuenta. No es una moto de calle. Sí lo es la H2, que, sorpresa, ¿sabes a cuánto se pone? Spoiler: justo a 5 km/h menos de los 300 km/h. Los japoneses son fieles cumplidores de su palabra.
Un buen día, una revista americana decidió juntar a las tres protagonistas de este artículo para ponerlas a prueba. ¿Y saben qué? Todas pasaban de los 300 km/h.
Imágenes | Honda, Kawasaki, Suzuki, MV Agusta