Nunca me ha dejado de sorprender en todo el viaje la variedad y belleza de los paisajes que hemos recorrido. En este caso la travesía por el impresionante macizo volcánico del Saghro por encima de los dos mil metros de altitud, en el borde del desierto del Sáhara ha sido uno de los paisajes que más me ha gustado. Además de una de las pistas más difíciles que hemos atravesado, no solo por lo deslizante del terreno sino por los barrancos que bordeaban el camino.
Una vez más, a las siete de la mañana nos encontrábamos desayunando en el bufet del hotel sin otra compañía que los camareros que terminan de tenerlo todo listo. Hoy nos esperan otros 270 kilómetros de caminos entre valles que cambian de color a medida que pasas de uno a otro. Para terminar la etapa en la ciudad de Zagora o también conocida como "la puerta del desierto”.
ACTUALIZACIÓN: Se ha actualizado el post con el vídeo de la cuarta etapa donde podéis ver los caminos por los que atravesamos el Sargho, gracias a nuestro amigo Javier Cermeño.
Una vez limpios los filtros de aire de las motos, engrasadas las cadenas y revisado el nivel de aceite nos ponemos en marcha todo el grupo, con la primera advertencia de Antonio “hoy hay que tener cuidado”. Además esta mañana hace más frío que de costumbre y en un pequeño tramo de enlace por carretera, llego a echar de menos algo más de ropa.
Pero enseguida entramos en materia y el frío desaparece al instante al comenzar la ruta. Una vez más el paisaje es completamente diferente a lo que ya hemos visto. La pista no entraña demasiada dificultad a simple vista, pero la mezcla de piedra suelta arena y roca la hacen muy deslizante con constantes derrapes. Quieras o no quieras, al salir de cada curva o al frenar para trazarla, la rueda trasera parece que tiene vida propia.
Te acabas acostumbrando a esta situación, e incluso en ocasiones la provocas para tratar de corregir y poner en la senda la moto. Pero lo que nunca acabas de controlar es cuando la rueda delantera comienza a deslizar como la trasera. Entonces, comienzan los problemas, y no queda otra que ir con más cuidado y un poco más despacio. Si a esto añades que en unos de los lados del camino hay barrancos amenazantes.
De esta manera atravesando valles y subiendo montañas trascurre el camino no sin incidentes. Con salidas de pista en las que la moto tomando decisiones propias opta por no entrar en la curva y salir recto al pedregal o caídas tontas que en ocasiones por mala suerte te pueden ocasionar más de un dolor.
Después de toda la mañana atravesando estas montañas y desfiladeros impresionantes llega la hora de parar a comer y reponer las fuerzas perdidas. Llegamos a un bonito restaurante en el que el agua y los refrescos corren por doquier acompañados de un rico tajine. Mención especial al te que te ofrecen siempre en cualquier lugar como signo de hospitalidad. A mí especialmente, no me gusta mucho esta infusión pero he de reconocer que no he bebido más te en toda mi vida y además incluso me empezó a gustar.
Después de comer mi amigo Gino y yo decidimos dejar el grupo y continuar nuestra ruta por carretera hacia Zagora. Ya que en una de las caídas, Gino se dejó muy dolorida la mano y también mi KTM estaba perdiendo aceite de forma alarmante. Así podríamos llegar pronto y llevarla a revisar al taller.
Conducir por las carreteras de Marruecos también es una experiencia muy interesante, ya que nunca sabes lo que te puedes encontrar, desde camellos cruzando la calzada libremente hasta dunas que se han comido un carril completo de la carretera. En nuestra ruta pudimos incluso parar a disfrutar del bonito paisaje del palmeral a la entrada de Zagora y llegar al taller a una hora decente para poder lavar, revisar y reparar nuestras motos por una legión de empleados, en una de las calles de Zagora que está repleta de talleres tanto para motos como para 4x4 a unos precios que ya quisiéramos en Europa.
Una vez más, Oasis Aventura nos sorprende con un magnífico hotel en el que incluso podemos disfrutar de su piscina y terraza. Allí el tiempo vuela comentando todos los detalles de la ruta que acabamos de realizar. Una vez descansados y aseados nos fuimos a pasear por las calles de la ciudad, donde hay un ambiente casi de fiesta por que esta noche juega el Real Madrid contra el Barcelona. La afición a estos dos equipos en Marruecos es increíble. Incluso algunos aprovecharon no solo para comprar recuerdos en el zoco, sino para pasar por una de las clásicas barberías y cortarse el pelo a la última moda bereber.
Mañana cambiaremos de rumbo e iremos de regreso dirección Norte camino de Erfoud.
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