Los últimos acontecimientos no relacionados con el Campeonato del Mundo de Motociclismo como el paso por los juzgados del piloto Héctor Barbera han vuelto a reavivar el debate sobre donde comienza la invasión de la intimidad de nuestros pilotos y hasta donde podemos o debemos saber de sus vidas al margen de lo estrictamente deportivo. Un tema sin lugar a dudas en el que podemos tener nuestra propia y personal opinión pero que no tiene por qué ser la única, ni la más válida.
Incluso en la última prueba de MotoGP en Le Mans leí vuestros comentarios sobre la poca idoneidad, o no, de meter el micrófono cuando Jorge Lorenzo y Lewis Hamilton estaban en plena conversación intercambiando sus cascos. ¿Son estas situaciones y otras similares invasiones de la intimidad de los pilotos? Al ser deportistas con repercusión mediática internacional que en muchos de los casos viven de su imagen ¿Tenemos derecho a saber de sus vidas más de lo estrictamente deportivo?
Sin lugar a dudas se pueden plantear numerosos interrogantes al respecto y habrá aficionados al campeonato que únicamente les importe lo estrictamente deportivo, sin detenerse tan siquiera a averiguar si tal piloto está soltero o tiene pareja, si su carácter es amigable, o si se habla o no se habla con otro de los pilotos de paddock.
Personalmente veo a los pilotos de una manera global, soy de los aficionados que no solamente me limito a lo estrictamente deportivo. Me gusta saber más. Incluso a veces, lo reconozco, pongo atención cuando veo o leo cosas relacionadas con algún piloto que trascienden lo deportivo pero me resultan curiosas. Un punto de cotilleo o amarillismo, como lo queráis llamar, no me desagrada. Pienso que todos estos datos me hacen forjar una idea del piloto como persona, que junto con la asistencia a los Grandes Premios, ruedas de prensa o charlas de 5 minutos en medio de un paddock, me aproximan al carácter que tiene ese piloto y que a buen seguro irá acorde con su actuación en la pista.
Porque no debemos olvidar que aunque sean nuestros ídolos y los tengamos idealizados los pilotos son personas como tú y como yo, con sus fallos y sus virtudes. Por eso situaciones como la que mencionaba antes cuando meten un micrófono sin pudor alguno para escuchar una conversación entre Jorge Lorenzo y Lewis Hamilton no me desagrada en absoluto. Creo que estas situaciones en las que se desenvuelven los pilotos lejos de sus jefes de prensa, sin un guión establecido, nos llevan a humanizar a nuestros ídolos.
Incluso para personas que como yo hemos tenido la oportunidad, gracias a escribir para todos vosotros, de haber charlado, preguntado y compartido más tiempo, por seguir con el ejemplo de Jorge Lorenzo, que muchos de sus espartanos. Este tipo de momentos nos los perderíamos si no hay una cámara cerca y como digo nos ayudan a intuir como es la personalidad real y humana del piloto lejos de sus gabinetes de comunicación.
Tampoco debemos olvidar que todos ellos trabajan y ganan sus sueldos gracias a unos patrocinadores que les apoyan. Estos “anunciantes” por supuesto quieren que su piloto este cuanto más tiempo mejor, en todos los medios de comunicación. Incluso organizan actos y “humanizaciones” enlatadas en las que los podemos ver en presentaciones de sus productos donde aparecen alejados de sus motos en situaciones algunas veces curiosas, pero puramente prefabricadas. El hecho de ser la imagen de una marca o un producto les confiere si cabe aún más un carácter público. Expuesto al aficionado y a sus “ansias” de conocer más, tal y como lo está la marca o producto que anuncian.
Pero claro, cuando como en el caso de Héctor Barberá, las cosas se ponen feas y la imagen del piloto se daña con o sin razón, no es esta ahora la cuestión del debate. Precisamente por esa imagen pública y esos sponsor a los que se representa, podemos caer fácilmente en el argumentario de que eso pertenece a su más estricta intimidad. Esa será la postura más sencilla para que las marcas y productos que representan se desvinculen del hecho.
Pero señores, si son ustedes mismos los que me están vendiendo una imagen pública de su piloto que se extiende más allá de lo estrictamente deportivo, por lo menos den me la información para que yo pueda decidir si el asunto trasciende el ámbito de lo personal y no me acusen de amarillismo por querer conocerlo. Solo quiero forjarme mi propia opinión al respecto.
Con esto no quiero decir que abramos la puerta a un “todo vale”. Habrá casos en los que claramente un hecho sea del ámbito personal y no aporte nada su difusión al público. Además también contamos con el ejemplo reciente en este sentido, en el que Alberto Puig no se traslada al Gran Premio de Austin por motivos personales. Poco me va a aportar saber si no va porque le duele la cabeza o porque se tiene que sacar una muela, además él ha decido que sea así, personal. Otra cosa sería que no fuera por estar “peleado” con Pedrosa.
Como os digo esta es una opinión personal que no tiene por qué ser la correcta. Pero si me gustaría conocer la vuestra sobre el límite de la intimidad de los pilotos.