Mientras algunos seguimos esperando nuestra ocasión para probar la nueva BMW G 310 R, otros afortunados ya han podido echar el guante a la pequeña naked alemana y hacer algunas travesuras con ella. Es el caso de Takashi Nihira, quien desde el lejano país del sol naciente nos regala la vista con una preparación que roza lo sublime.
Despojando a la pequeña G de sus ataduras con el mundo moderno, Wedge Motorcycles ha creado una street tracker de lo más apetecible y con un gusto por el detalle sólo al alcance de unos pocos sibaritas. No es un simple cambio de tapas, así que pasa y deléitate.
Pasión por el dirt track desde Japón
Según cuenta a los compañeros de Asphalt and Rubber el propio Nihira, la parte más complicada en la fabricación de esta preciosidad radicaba en todo lo referente al motor. Con una disposición del cilindro tornada 180º, el escape mirando hacia atrás y el bloque muy próximo al eje delantero, cada cambio tuvo que ser minuciosamente estudiado.
Para mantener el equilibrio visual de esta pequeña obra de arte, en Wedge Motorcycles tuvieron que esforzarse por soluciones únicas. Sabiendo que el chasis multitubular de acero sería la pieza en torno a la que gira todo el diseño, dejaron mucho espacio a través de su entramado para que se vieran todas las peculiaridades en el interior.
El depósito original (igual que todas las tapas) desaparece en favor de un pequeño tanque plano y escueto que se separa del chasis en su parte inferior. ¿Para qué? Para dejar a la vista el muelle de la suspensión trasera, que mantiene la zaga pegada al asfalto a través de un largo reenvío desde el basculante de configuración Cantilever.
Para esquivar al nuevo basculante el escape ha tenido que rediseñarse por completo, y ahora sigue una ruta muy distinta a la original dando un bonito rodeo que le lleva a ascender por el lateral derecho hasta una posición elevada y oculta tras ese precioso portanúmeros cuadrado.
Las muy modernas llantas originales desaparecen para dejar un juego a una pareja de ruedas de cinco radios en medida de 19 pulgadas hechas a medida para la ocasión, y con un regusto retro que... ¡ay madre! Preciosas. Girando solidariamente con ellas nos encontramos con unos preciosos discos de freno mordidos por las pinzas originales.
Los escuetos faros de LED pasan casi desapercibidos bajo la careta frontal y el colín trasero, igual que los intermitentes colocados en las puntas del manillar, sin ensuciar para nada un conjunto rematado con un precioso trabajo de pintura en dos tonos con bordes en rojo.
No sé tú, pero yo me cortaría un brazo por tener a esta belleza en mi garaje.