Muchos nervios para la salida. Estoy situado a la derecha de la pista y las dos primeras curva me favorecen, pues son hacia ese lado y sólo tengo que mantener el interior para que no me adelanten. Banderazo y salimos.
El quinto me intenta superar por el exterior pero abro la trayectoria y lo obligo o a cortar o a salirse. Mantengo mi puesto y no se me ha escapado nada el tercero, Juancho y Pedro empiezan a hacerse pequeñitos.
Vuelta a vuelta voy perdiendo metros con respecto al tercero. Por detrás, mi perseguidor se va al suelo, por lo que me lo puedo tomar con calma. Intento tirar un poco más, y empiezo a recortarle metros, pero se me va en las rectas. La configuración del motor con la curva de menos potencia es un lastre en la zona rápida, y tengo que arriesgar demasiado en la zona de curvas. Además, no deja de mirar hacia atrás, y no tengo claro si es que va también al límite, o bien me está controlando al estilo de lo que hice yo con Cibrics en la segunda prueba en Castroponce.
Y lógicamente, llega el primer susto de la tarde. No ha sido muy grande pero si lo suficiente para perder todo lo que había conseguido recuperar. Mi cabeza es un hervidero: me lo tomo con calma o vuelvo a intentarlo. Como soy muy cabezón, pongo de nuevo el cuchillo entre los dientes.
Desde la recta de meta, mi padre me dice que tire, que tire. Debe estar observando que lo puedo alcanzar. Y si, cada vez estoy más cerca. Pero a cuatro vueltas para el final, en mi curva fatídica, estoy a punto de irme al suelo. Todavía no se como lo controlé, pero la moto me dio dos latigazos y me saco los pies de los estribos.
Tranquilo Morri, me digo. Cuarto está bien. En eso, veo que alcanzamos a Pedro, y es que se había caído. Pero no hay nada que hacer, está muy lejos y no quedan vueltas. Sabiendo que sigue segundo en carrera, y con este resultado, mantengo el tercer puesto todavía en la clasificación final, y Cibuyo es una incognita para todos, pues el circuito es nuevo.
Juancho vence de nuevo, con una gran ventaja y yo vuelvo a hacer cuarto. Ya van tres cuartos seguidos, empiezo a parecerme a Jorge Lorenzo.
La suerte está echada...
Fotos cortesía de Mancuso