Ya parecía claro que la carrera deportiva a nivel internacional de la piloto Elena Rosell no había terminado aun sino que más bien acababa de empezar. Con las puertas del equipo de Aspar cerradas Elena ha buscado una oportunidad para disputar la temporada completa del campeonato del mundo de Moto2. Y la ha encontrado. En la próxima campaña correrá bajo los colores del equipo de la Federación Catarí de Motociclismo con Ricky Cardús como compañero de box.
Así Rosell pasa a sustituir al piloto local Mashel Al Naimi, que no ha cosechado los resultados esperados. De continuar el proyecto que han comenzado hace unos días Elena pasaría a la historia como la primera mujer en completar una temporada completa de la categoría de Moto2, siendo la cuarta en todas las categorías. Esto no es más que la evolución lógica de un campeonato que cada vez más abierto y variado y seguramente tras ella vengan otras tantas buscando el mismo sueño y con las mismas oportunidades que el resto. Pero, ¿no hay algo que no cuadra?
Porque, pese a la sonrisa que dibuja en todos ver cómo encuentra el camino de la regularidad, ha habido algo que me ha chocado. Y es que no deja de sorprenderme que un equipo financiado por un país como Catar confíe en una mujer para buscar los mejores resultados. Sorprende porque nunca antes han dejado que ninguna atleta acuda a unos juegos olímpicos. Sorprende porque es, a día de hoy, de los pocos países en los que la mujer no tiene derecho a voto.
Quiero tomarme la noticia como un gesto de apertura al exterior, de la apuesta por la modernización o adaptación de sus estructuras y tradiciones y no como un simple movimiento comercial en busca del simple rendimiento económico que pueda generar.
Vía | Marca.com
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