Las claves para pilotar con lluvia una MotoGP: cómo ganó Jack Miller en Le Mans y por qué hay especialistas en agua
Es la peor pesadilla de un piloto de MotoGP. Están en la parrilla de salida de cualquier circuito del mundo preparados para jugarse el pellejo con una moto capaz de llegar a los 370 km/h, y entonces algo comienza a caer sobre la visera de sus cascos. Es agua, la carrera va a ser en lluvia, y lo que ya iba a ser un desafío ahora se convertirá en un infierno.
El Gran Premio de Francia lleva dos años consecutivos con un guion muy parecido. En 2020 comenzó a llover cuando faltaba poco más de un minuto para arrancar, mientras que en este 2021 el agua ha aparecido en la cuarta vuelta. Y el desenlace ha sido muy parecido: mientras unos especialistas florecen con la lluvia, otros, los de siempre, se marchitan.
El apartado técnico es crucial a la hora de pilotar en mojado, pero el mental, tanto o más
Sobra decir que lo primero a lo que hay que atender a la hora de pilotar una MotoGP en mojado es el apartado técnico. Los puros detalles de conducción. Ser fino con el freno y con el gas es elemental, pero acortar el cambio de marcha para ganar agarre en aceleración o no ser demasiado brusco con las inclinaciones.
Tras la escabechina de Le Mans las declaraciones más repetidas entre los pilotos fueron "no se por qué me he caído", y es que vimos a corredores que llevaban todo el 2021 impolutos, como Fabio Quartararo, Pecco Bagnaia o Maverick Viñales, probar el asfalto por primera vez en toda la temporada.
Paradigmático fue el caso del español, que se fue al suelo nada más salir desde boxes, aún con la goma gélida. Esos momentos también son cruciales, los de calentar el neumático y también los frenos. No es casualidad que en las cuatro categorías que han corrido en Le Mans las vueltas más caóticas hayan sido las primeras.
Pilotar una MotoGP en agua es menos físico y más puro pilotaje. Así lo explicada un Marc Márquez aún mermado de su brazo en la previa a la carrera, y luego lo demostró teniendo el ritmo más rápido. Pero, aún así, no ganó. Ni siquiera puntuó. Y es que en lluvia muchas veces el piloto más rápido del día se va de vacío, porque el plano mental influye tanto o más que el técnico.
Hay pilotos que se comportan como gatos en el agua. Malas experiencias pasadas o incapacidad mental para estar en ese constante filo de la navaja les bloquean en cuanto notan el agua sobre el asfalto. Sirva como ejemplo, otra vez, Maverick Viñales. Por una vez, el de Yamaha había hecho una buena salida y estaba en el grupo de cabeza, pero empezó a llover.
❌ GAME OVER ❌
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Se acabó la carrera de @marcmarquez93. Segunda caída. Era el más rápido en pista. No puedes acabar decepcionado cuando lo has dado todo#FrenchGP 🇫🇷 #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/04scBIjV5Q
Quien disponga de la posibilidad de ver la carrera repetida debería fijarse en lo que pasó con Viñales desde que empezó a llover hasta que se procedió al cambió de moto. El de Yamaha iba líder de la carrera cuando comenzaron a caer las primeras gotas. Es muy significativo como en cuanto vio la bandera de agua, incluso sin ver la lluvia aún, ya cortó en plena recta.
Viñales venía agresivo, crecido ante Jack Miller y Fabio Quartararo cuando aún faltaban 24 vueltas del final. Fue ver la primera bandera de pista deslizante y cortar gas en plena recta, perdiendo posiciones con ambos. Tenía 1,3 segundos de ventaja con los perseguidores, pero en solo tres curvas ya le había pasado también Álex Rins. Al final del giro estaba quinto, a 2,5 del cuarto.
Conociendo sus habituales carencias bajo la lluvia sorprende que no entrase a cambiar de moto al final de ese giro, lo que le hubiese dado una ventaja estratégica que al menos hubiese paliado algo su poca destreza bajo la lluvia. Pero Viñales aguantó una vuelta más, como el resto de la parrilla, y cuando salió con los neumáticos de agua ya iba noveno y estaba a más de doce segundos.
Pero no es cuestión de cebarse con el pobre Viñales. La parrilla tiene a varios sospechosos habituales a los que el agua no les agrada demasiado, entre ellos el vigente campeón del mundo, Joan Mir, o el que hasta ahora era líder del mundial, Pecco Bagnaia. Franco Morbidelli y Brad Binder también están ahí. Incluso grandes campeones, como Jorge Lorenzo, han sido alérgicos al líquido elemento.
Quartararo marca el camino para salir del colapso. El año pasado salía desde la pole, era el piloto con mejor ritmo y naufragó en la zona media baja de la parrilla. En las mismas circunstancias, este año ha rescatado un podio, sabiendo dónde y cuándo tenía que arriesgar y en qué momentos era mejor dejar pasar las vueltas.
Hay tres tipos de expertos en lluvia: los que han entrenado, los que arriesgan y los que fluyen
Y es que para salir de ese bloqueo húmedo hay varios caminos, y pasan por las mismas claves que el resto de aptitudes de un piloto que se quieran mejorar: el entrenamiento técnico y mental. Sirva como ejemplo Dani Pedrosa, un piloto al que en sus inicios le costaba mucho la lluvia y terminó siendo un experto.
Al cabo de una temporada suele haber al menos un par de carreras en mojados. En años de mucha lluvia, como el 2000, puede llegar a decidir un campeonato, en aquel caso en favor de Kenny Roberts Jr y su Suzuki. Pero todavía hay mucha gente reacia a practicar la pura conducción en condiciones de lluvia.
El de Le Mans ha sido el primer podio de MotoGP sin ningún español ni italiano en el podio desde 2007, y no es casualidad. Por pura lógica, los pilotos originarios de países en los que no llueve demasiado están menos acostumbrado a pilotar en agua. Es algo que no incorporan desde la formación, y luego les cuesta.
🌧️😱 ¡Al suelo @Rins42 cuando iba con configuración de LLUVIA! #FrenchGP 🇫🇷 #MotoGP 🏁 pic.twitter.com/OVfK0wAoX1
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Procedentes de Australia o Gran Bretaña, pero también de centroeuropa, llegan los mayores especialistas en mojado. Los Johann Zarco, Jack Miller o Cal Crutchlow de la actualidad lo demuestran, pero también los Chris Vermeulen, Anthony West, Olivier Jacques o Stefan Bradl del pasado.
También están los que arriesgan, pilotos que fuerzan más de la cuenta, que no tienen miedo al agua y habitualmente sus carreras son un 'win or crash'. En esta lista están algunos del apartado anterior, como Miller, pero también los Marc Márquez o Álex Rins de turno. Van a saco, sin miedo a la caída, y si la fortuna les sonríe se llevan unos buenos puntos.
En Le Mans la diosa fortuna le dio la espalda a Márquez y Rins, pero sonrió a Miller, como aquella tarde en Assen. El australiano también tuvo su momento de crisis, con una salida de pista que bien pudo ser caída y dos penalizaciones, pero lo subsanó y a base de ritmo pudo ganar. Valentino Rossi en su buena época también solía estar aquí.
Pero hay una tercera vía, y es la de los pilotos que fluyen. Corredores habitualmente altos, corpulentos, algo toscos y fiables que, sin arriesgar demasiado, siempre se las apañan para ir lo suficientemente rápidos en lluvia como para conseguir grandes resultados sin caerse. Es gente que a la que ese juego mental de estar al límite les gusta.
El paradigma en la parrilla actual es Danilo Petrucci, quien el año pasado ganó la carrera y esta temporada ha acabado quinto con la KTM del Tech3. Es el mejor resultado de la marca en lo que llevamos del año, y sobra decir que mejora por mucho la decimotercera posición que tenía Petrucci como tope personal hasta ahora. De los diez podios del italiano en MotoGP, seis son el lluvia.
Empieza a entrar en esa lista Álex Márquez, que el año pasado logró su primer podio en MotoGP en Le Mans y esta temporada ha acabado sexto, detrás de Petrucci. El pequeño de los Márquez llevaba tres caídas en cuatro carreras y estaba haciendo un inicio de año pésimo, pero en la que más fácil era fallar la clavó.
También hay que incluir ahí a Lorenzo Savadori, un piloto de Aprilia que estaba pasando sin pena ni gloria por MotoGP hasta que cayó el agua. Pasó la Q1 arrasando y estaba haciendo un papelón en carrera hasta que se le rompió la moto. Y es que descifrar la lluvia todavía es un enigma para muchos en MotoGP, pero cada vez es un factor más decisivo en mundiales tan apretados.
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