Dicen que quien se fue a Sevilla perdió su silla, y en parte algo de eso es lo que le está pasando a Jorge Lorenzo. Es curioso, porque esa silla que perdió el piloto español no ha pasado por su mejor momento desde entonces, está incluso devaluada en comparación con los sillones confortables y señoriales de los que ha disfrutado Lorenzo después, pero aquella era su silla.
Muchos auguraron que Jorge Lorenzo pasaría una travesía en el desierto cuando decidió cambiar Yamaha por Ducati, pero muy pocos acertaron que la Desmosedici se convertiría en la moto más temible del campeonato. Casi tres años después Lorenzo ya está fuera de Ducati, pero acomodado en otra buena butaca, la Repsol Honda campeona múltiple con Márquez. Y ahí está el problema.
Una lesión cada 40 días en los últimos seis meses
Se podría asegurar, sin demasiado temor a la equivocación, que Jorge Lorenzo es el piloto más sensible de la historia de MotoGP. Si todo está bien en su moto, en su entorno, en su cuerpo y en el circuito, el mallorquín es simplemente imbatible. Si una de estas cosas falla, Lorenzo desaparece, dimite, ni siquiera comparece a la batalla.
En Yamaha todo estaba en su mano. Le costó, se lo tuvo que trabajar, pero finalmente consiguió que el equipo de Valentino Rossi fuese el suyo. Tres campeonatos del mundo, que bien podrían haber sido más sin lesiones, y una moto hecha a su imagen y semejanza. Todo cambió el 18 de abril de 2016, con el anuncio del fichaje de Lorenzo por Ducati. La marca de los diapasones volvió a ser el equipo de Valentino Rossi y Lorenzo solo hizo cinco podios más en un mundial que hasta entonces lideraba.
Es muy difícil en MotoGP llegar a un equipo y levantárselo a su piloto número uno, pero más difícil es hacerlo dos veces. Primero porque el otro ya está advertido, y segundo porque conlleva un tiempo y una paciencia que por edad y curriculum Lorenzo ya no se puede permitir. Y ese fue el devenir de la etapa del español en Ducati. Un constante proceso de adaptación hasta que, cuando todo parecía en el sitio, ya era demasiado tarde y el divorcio era público. Unas victorias de última hora con sabor a lo que podría pero ya no podía ser.
En Honda la cosa no ha comenzado mejor. Es cierto, solo era la primera carrera. Lorenzo ni estaba adaptado a la moto ni estaba físicamente en condiciones, después de su reciente operación. Pero es que ni se personó. Una vez más se negó a presentarse en la batalla y señaló al cielo y a las bajas temperaturas del asfalto para justificar su incomparecencia.
Sirve, y mucho, como justificación que después de la carrera hayamos conocido que participó lesionado en el Gran Premio de Catar. Lorenzo se fisuró la primera costilla derecha en su caída en Losail durante los entrenamientos libres y tendrá que estar un mes recuperándose. El mallorquín vive un auténtico calvario, y en los últimos seis meses sale a una lesión cada 40 días. A las dos de esta temporada, hay que sumar las de Aragón y Buriram en 2018, todavía con la Ducati, cerrando una etapa horrible de la peor manera.
Por supuesto no todo es su culpa. El propio Lorenzo explicó que tuvieron un problema en el embrague, que comenzó a deslizar y eso le hizo perder posiciones en las primeras vueltas. Además contó que "estaba muy limitado por su físico" y que notaba un 'crack' constante en la clavícula. Ni la moto, ni el circuito, ni el físico. Nada acompañó en Losail.
También Lorenzo achaca a problemas de adaptación su escaso rendimiento en Catar, aunque ya auguró que la Honda le costaría menos que la Ducati. En cualquier casi, también tuvieron que adaptarse a moto nuevo, e incluso algunos a categoría nueva, pilotos como Joan Mir o Fabio Quartararo, y tuvieron un rendimiento más llamativo que el del balear.
"En Argentina seré mucho más rápido", mostraba un confiado Lorenzo. El mallorquín explicaba que harán algunos cambios en la Honda y que eso, unido a su mejora física, debería bastar para estar en la pelea en Termas de Río Hondo. Y, que nadie se equivoque, hablamos de uno de los mayores talentos de la historia. Como lo tengo todo en orden, Lorenzo dará mucho que hablar.
En algún punto Lorenzo descubrió el peligro
La sensación es que en algún punto de camino Lorenzo se encontró con el peligro. Jorge se dio cuenta de que en este oficio la gente se puede hacer daño, incluso él. Solo así se entiende que un bravo y hasta alocado piloto al que apodaban el 'por fuera' batalle tan poco en cuanto no lo tiene todo en orden.
En los años 2010 y 2011, una generación entera de pilotos, y de aficionados, se encontró de bruces con una dura realidad que por suerte llevaba siete años larvada. Alguno, como Casey Stoner, directamente decidieron dejarlo. Otros decidieron que los riesgos inútiles se habían terminado. En las carreras importan más cosas que las victorias.