En la historia de las motos, Ferrari tiene un pequeño hueco guardado. Los italianos son bien conocidos por su división de coches, y curiosamente, también por una moto. La única que fabricaron con el permiso escrito de puño y letra del mismo Piero Ferrari, hijo de Enzo Ferrari.
Extraoficialmente existe otra, homologada y legal para circular por carretera. Es una moto Ferrari un tanto especial, que bajo el depósito guarda un motor V8 de un Ferrari F355 y es toda una mastodóntica joya que ronronea por un Akrapovic réplica.
Tardaron casi dos años en homologar esta Ferrari artesanal
Esta idea surgió de dos amigos daneses. Un día estaban tomándose una cerveza cuando uno le dijo al otro que si "no sería una locura si construyéramos algo que nadie haya probado antes". Como, por ejemplo, una cruiser con el motor de un Ferrari F355.
Birger Hansen y Michael Anderson se propusieron hacerlo. Uno se ocuparía de conseguir el motor del F355, y el otro la construiría de arriba abajo. Fue Anderson el que encontró un V8 de 3,5 litros y 375 CV que luego su colega Hansen montaría en la 'cruiser' esculpida casi de cero.
Diez años después terminaron su monstruosa preparación. Monstruosa por los enormes neumáticos que equipa y el curioso ronroneo de un motor de coche enclaustrado en el chasis de una moto que se deja escuchar por un escape Akrapovic no original; hasta tiene un enorme ventilador lateral para poder refrigerar el V8 de Maranello.
Dice su creador que todo el mundo le decía que "es imposible, no la vas a terminar nunca". Y tuvo que pedir ayuda a otros especialistas, hasta el punto de que la moto tiene 100 piezas separadas hechas a mano para adaptar la estructura. El motor del Ferrari se encaja sobre un chasis norteamericano Boss Hoss, que ofrece a la moto una apariencia bastante robusta, pero acabó funcionando.
La moto, llamada 'F355', está recubierta de un color rojo bastante llamativo y reconocible. Sus dueños cromaron algunos componentes como el faro y la horquilla, para darle ese aspecto 'old-school' antes de la prueba final: la homologación en la que demoraron varios meses.
El proyecto apasionante ha terminado con final feliz, porque han podido homologarla ante la TÜV o ITV del país. Certificaron la moto, pagaron el registro y matrícula y con ella ya pueden circular por las carreteras legalmente. Dicen que esta fue una de las partes más difíciles y que más tiempo les llevó, pero como podemos ver en el vídeo, ya lleva un tiempo rodando por las carreteras.