Una vez que nos colocamos a los mandos notamos una postura bastante particular, pues la combinación del manillar plano con las estriberas tan altas hace que más bien nos coloquemos sobre la moto que integrado en ella.
El asiento no es tal sino un pequeño mullido en espuma, bastante duro, pero que sujeta perfectamente el cuerpo. El espacio del que dispones es más que suficiente, permitiendo moverte encima de la moto sin ningún problema, jugando con los pesos en las curvas.
Después de la primera vuelta para aclimatarte a sus mandos y que los neumáticos cojan temperatura, van poco a poco saliendo a la luz tanto sus virtudes como sus defectos. Lo primero que se nota es el peso, pues hay 240 kilos de inercia, tanto en las curvas como en las frenadas.
En las curvas, requiere bastante fuerza para empezar a inclinarla, tirando duramente del manillar hasta conseguir asentarla en la línea correcta. Una vez apoyada, es mucho más fácil volver a levantarla, como noté en el cambio de dirección entre la curva 12 y 13, antes de la frenada de entrada en meta, que incluso tendía a aligerar la rueda delantera en plena aceleración, apareciendo algún que otro shimmie.
Los frenos cumplen perfectamente su cometido, y a no ser que vayas a cuchillo todas las vueltas, apurando la frenada más allá de los límites, no llega a desfallecer demasiado. Además, la bomba disponía de mando remoto en el puño izquierdo para poder ajustar el recorrido durante la prueba. Eso si, debido a las características de la horquilla y tijas originales, no puedes frenar de golpe, sino que es más recomendable alargar un poco la frenada y así evitar rebotes en la rueda delantera.
Con el cambio no me llevé bien en todo el fin de semana, y acababa fallando una de cada cinco marchas. Al principio pensé que era porque se me olvidaba accionar el embrague para subir marchas, pero luego, y haciéndolo con más calma, también me ocurría. Después de muchas vueltas, y acercando un poco la puntera de la palanca a la bota, se solucionó en parte, aunque para mi gusto esta estaba demasiado alejado, por lo que no la acababa de obligar a hacer el recorrido completo de subida y no engranaba correctamente la marcha, saltándome esta en ocasiones.
Eso si, reduciendo no había ningún problema, y podías bajar las marchas perfectamente a medida que frenabas, pero de una en una. Aunque la transmisión por correa original absorbe muy bien los excesos de retención del bicilíndrico (casi como un anti-rebote), tampoco es un tetracilíndrico de supersport que te permita quitar dos hierros de un golpe.
¿Y el motor? Pues esto, mejor os lo cuento mañana.
Continuará...
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