Si nos quedábamos ayer haciendo algunas curvas con la Harley Davidson Dyna Fat Bob, hoy toca darle un poco de rienda suelta en autopista y carreteras más rectas que no nos obliguen a ir peleándonos con ella y teniendo cuidado con su distancia libre al suelo. O lo que es lo mismo, el terreno natural donde esta moto debería moverse como pez en el agua.
Poco a poco aumentamos el ritmo y con ello la velocidad. Nos fijamos en el marcador y metemos sexta para llevar la moto en modo cruiser. A estas alturas notamos que la esfera, con fondo claro, es difícil de ver en según qué condiciones de luz, produciendo algún que otro molesto reflejo que nos impide apreciar con claridad los dígitos. No así los testigos o el display digital, que se ven perfectamente.
A partir de cien kilómetros por hora, la presión del aire en los pies nos obliga a hacer bastante fuerza sobre los estribos para que no se nos despeguen. Es la pega de unos estribos tan adelantados, que hacen que la planta de los pies quede enfrentada a los elementos y con un 45, que ya quisiese algún navío, acabo sufriendo el efecto vela. Hablando de los estribos, no me gustó que fuesen completamente redondos ya que el pie tiende a resbalar si pisamos cerca de su extremo.
Algo más normal es el viento que sentimos en el pecho y el casco a medida que aumentamos más el ritmo, pero no más que en cualquier otra naked o custom. Con situar el cuerpo un poco más adelantado (y aerodinámico), notaremos un moco poco de mejoría.
El aplomo de la Harley Davidson Dyna Fat Bob a alta velocidad me ofreció mucha confianza, tanto delante como detrás. Mientras no nos encontremos bañeras de asfalto en la trazada o queramos llegar más allá del enfoque de la moto, no tendremos ninguna queja. No hay ni cabeceos ni titubeos en la trazada e irá por donde le digamos. Otra cosa es rectificar en medio de la trazada, que no lo lleva tan bien, aunque aplicando un poco de fuerza en el manillar tampoco deberíamos tener mayores problemas.
Recogemos a nuestro pasajero de pruebas y le llevamos por un recorrido mixto, que incluya un poco de todo: ciudad, carretera con curvas, nacional y autopista. Al llegar nos comenta varias cosas a tener en cuenta si vamos a llevar con mucha frecuencia a alguien detrás.
Para empezar, el asiento es un poco justo de tamaño y no permite moverse, por lo que es recomendable hacerse con uno un poco más grande. La postura generan es cómoda, sentados muy vertical y con los pies un poco elevados en relación al asiento, lo que hace forzar un poco las rodillas si somos altos.
No hay donde agarrarse aunque tampoco hay excesivo problema si no somos demasiado bruscos con el gas. Como siempre, el pasajero no se puede limitar a simplemente ir sobre la moto a su bola sino estar atento a la conducción para saber cuándo puede haber un acelerón (adelantamiento) y con ello adelantar el cuerpo para evitar las inercias.
El pasajero disfruta de una privilegiada terraza, más alta que el conductor, lo que le permite ver por encima de él sin apenas problemas a no ser que la diferencia de tamaños sea muy acusada. En este sentido, la sensación de libertad que le da a nuestro acompañante en relación a otras motos que sólo puede lo que ocurre a los lados, es muy agradable y confortable. En cuanto a la conducción con pasajero, no hay prácticamente diferencias.
Por último, y antes de citaros para el viernes en el que resumiremos un poco todo lo que hemos contado (y alguna cosilla que me habrá quedado en el tintero), resaltar el buen haz que luz que nos proporciona el doble faro delantero y que nos permitirá conducir de noche sin ninguna dificultad.
Continuará...
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