Una de las medidas controvertidas del gobierno tripartito en Cataluña fue la creación de un gran área limitada a 80 km/h en los alrededores de la ciudad de Barcelona, que afecta a todas las vías en la zona, especialmente a las autopistas de acceso a la ciudad. La medida fue promovida inicialmente por temas de control de la contaminación, a lo que se añadió posteriormente una justificación adicional por la reducción de accidentes.
La medida levantó una cierta respuesta inicial por parte de los conductores, pero el gobierno tripartito cerró filas frente a las críticas y la defendió activamente. De hecho, en estos años han gastado bastante dinero en estudios para intentar justificar públicamente el éxito de la medida. Además, hace unos años dieron una vuelta de tuerca al invento e introdujeron la velocidad variable en los tramos de la C-31 y C-32 entre Barcelona y Castelldefels.
Velocidad variable quiere decir en realidad que el límite puede ser todavía menor a los mencionados 80 km/h. Mis experiencias en los tramos con velocidad variable han rozado el absurdo: la mayor parte de las veces están los sempiternos 80, pero en ocasiones he encontrado limitaciones arbitrarias a 60, 50 o incluso 40; y los conductores de una autovía vacía de varios carriles mirándonos de vehículo a vehículo para ver que hacíamos. Otros días, afortunadamente la limitación coincide con la velocidad de la densidad del tráfico con lo cual también es inútil ya que nadie va más rápido ni más lento. En fin, una manera como otra de enterrar unos cuantos millones de euros, que hasta ahora creo que no ha demostrado su utilidad (excepto en los estudios pagados por los mismos que lo han implantado, claro).
Ah, y que no me olvide, todo ello aderezado con una buena siembra de radares fijos en todas las autopistas de acceso a la ciudad. Hace unas semanas leí una entrevista con el Responsable de Tráfico de la Generalitat en que destacaba el cumplimiento mayoritario de las limitaciones en base al número de multas de los radares fijos. Pero se olvidaba de que el hecho de que los conductores no sean multados no quiere decir que estén de acuerdo con la limitación.
La limitación es un verdadero absurdo que critica prácticamente todo el mundo que la sufre. Recuerdo un día que me tocó ir de noche desde Sitges a Mataró, encadenando toda una serie de limitaciones a 90 (túneles del Garraf) y 80 (acceso a Barcelona, Rondes y salida de la ciudad) durante prácticamente un centenar de kilómetros de autopistas vacías.
Bueno, pues se acercan las elecciones a la Generalitat catalana, y como el tema sigue teniendo su actualidad, aparece en la práctica totalidad de los programas electorales, más o menos veladamente. La Vanguardia hace unos días resumía la postura de los partidos en un simple cuadro: “Si ustedes gobiernan… ¿modificarán la limitación de velocidad a 80 km/h en los accesos a Barcelona?“. Las respuestas son de lo más interesante, especialmente de algunos de los partidos que han estado gobernando estos años y que ahora proponen medidas de flexibilización.
Estas son las respuestas que dan los diferentes partidos políticos con representación parlamentaria en sus programas:
- CiU. Suprimirla. “En pocas palabras: sí, suprimiremos esta limitación de velocidad a 80 km/h”.
- PSC. Flexibilizarla. “Flexibilizaremos la medida, racionalizando su aplicación por franjas horarias”. La pregunta sería por qué no lo han hecho en la legislatura que termina ahora.
- Esquerra. Flexibilizarla. “Es una buena medida porque ha salvado vidas. Se puede flexibilizar en algunos ámbitos”. .
- PP. Suprimirla. “Vamos a suprimirla porque estamos cansados de tantas prohibiciones recaudatorias”.
- Iniciativa. Mantenerla. “No la cambiaremos porque ha reducido la contaminación y los accidentes, y mejora el tráfico”.
- Ciutadans. Cambiarla. “La cambiaremos porque sólo ha servido para recaudar. La solución es la velocidad variable”.
Teniendo en cuenta que cinco de seis partidos se proponen cambios en el tema, ¿será verdad que la limitación de 80 km/h en los accesos a Barcelona tiene los días contados?
Vía | La Vanguardia
Foto | Generalitat de Catalunya