Ducati GT1000
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Hace exactamente un mes que nuestro compañero Héctor Ares aprovechó la visita del Ducati Tour a su ciudad para realizar la toma de contacto de la Ducati 848 y la Ducati Monster 696. Había dejado en el tintero su intención de probar la Ducati GT1000.
Como después de casi un año ya me empezaréis a conocer, y siempre os traigo alguna moto rara para probar, aproveché que el Ducati Tour se acercó este fin de semana a Gijón para hacer unos cuantos kilómetros con unos cuantos modelos, de la mano de Pablo Silván y el concesionario Motos Jano.
Y efectivamente, uno de los modelos que pude catar fue el modelo GT1000, un pequeño homenaje a los modelos retro de Ducati de los años 70. Toda la moto nos evoca a aquellos años: su guardabarros delantero, las tapas laterales, el depósito estilizado con hendiduras para las piernas, etc. Y por supuesto, el logotipo retro de Ducati en el depósito y en la parte trasera del asiento.
Pero que no os engañe la forma de la moto. Con ella se puede ir muy rápido, más de lo que esperas para una moto de estas características. En su interior, el bicilíndrico de 992 cc eroga 92 caballos, que unidos a los 182 kg en vacío promete unas sensaciones dignas de una moto más deportiva.
Pero bueno, dejémonos de comentarios sobre los datos, ya que lo que verdaderamente os importa es su comportamiento. Según te sientas en ella, notas que la postura es muy cómoda, con un asiento blandito y un manillar bien colocado, nada que ver con la postura Monster a la que nos tiene acostumbrados la marca italiana.
Con el motor al ralentí, el sonido es muy ligero, mientras que apenas se filtran vibraciones al asiento o a las manos. Ya en los primeros metros te das cuenta que todo en ella funciona con suavidad. El motor gira completamente redondo, y a no ser que abras el gas con mucha contundencia a bajas vueltas, apenas notarás las pistonadas del motor.
A medida que aceleras, el motor da la sensación de ser completamente plano en su entrega de potencia. Sin baches, sin vacíos… es perfecta para rutear por carretera o bien por ciudad, pues el embrague, aun siendo en seco, es muy blandito y de fácil accionamiento.
No es una moto para ir a cuchillo pero sí que permite mantener ritmos alegres. Entrando en curva se nota que hay que aplicar un poco más de fuerza, pero en comparación con otras motos de similares características, esta parece de competición. En cuanto a frenos, me parecieron perfectos para esta moto, en una epoca en la que si no tienes pinzas y bomba radial, no eres nadie.
Los únicos peros que le podría sacar a la moto son que el cuadro de mandos vibra un poco y la palanca de cambios parece que no está colocada en su sitio. Lo primero me llamó la atención porque daba la sensación de que las agujas vibraban como en las motos antiguas, un detalle que no deja de ser curioso.
El tema de la palanca de cambio es llamativo teniendo en cuenta la calidad del resto de la moto, en la que todo está en su sitio. También puede ser que mi pie del 45 no haya encontrado la postura idónea. Todo es posible.
Llegaba el turno de cambiar de moto, y la Monster 1100 S me miraba con ojitos.
Continuará...
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