Los Mossos d’Esquadra desmantelaron el pasado 10 de noviembre una trama conformada por un hombre y una mujer que se dedicaban a repartir droga a domicilio en moto en Barcelona.
Los autores, ya en prisión, son un hombre y una mujer que vivían y operaban en la ciudad condal, y se dedicaban a distribuir todo tipo de drogas sintéticas a domicilio, utilizando como medio de transporte una moto, donde también escondían la mercancía y utilizaban para zafarse rápidamente de los agentes.
La droga a domicilio, una nueva estrategia para los narcotraficantes
Si bien la moto es un rápido método de transporte para moverse por la ciudad, es ampliamente utilizado por los repartidores (también conocidos como 'riders') para repartir comida a domicilio, y en los últimos tiempos, incluso droga. Prueba de ello son las últimas noticias que salen a la luz, incluso en patinete.
A los dos detenidos, que ya han ingresado en prisión, se les intervinieron más de 1.300 pastillas y botes de droga, incluso se encontraron cuatro kilos de éxtasis en uno de los vehículos incautados.
La moto y la actitud sospechosa de los dos sujetos fueron los móviles para que la Guardia Urbana, que les estaba vigilando, les detuviese el pasado seis de septiembre tras entrar y salir de un mismo domicilio en la calle Provença para volver a subirse a la moto en repetidas ocasiones. Allí mismo les cogieron con anfetaminas y cocaína.
Su modus operandi se basaba en llevar la moto a gran velocidad por la ciudad condal, moviéndose hábilmente en el tráfico con el scooter, con el fin de hacer ventas más rápido y poder zafarse de la policía.
La droga la llevaban escondida en la espuma protectora y la cobertura del casco, con las sustancias ya preparadas en pequeñas dosis en bolsas para repartir a sus clientes.
A partir de la detención, la investigación pasó a cargo de los Mossos, que detuvieron a sendos protagonistas en noviembre por un delito contra la salud pública. Al parecer, siempre salían del domicilio con el casco puesto y la droga escondida en el interior, o incluso la guardaban en la parte delantera de la moto.
Su valor de negocio era alto, según señalan los organismos públicos, pues tendrían un precio en calle de cerca de 205.403 euros en todo tipo de estupefacientes como drogas duras, de diseño, químicas y sintéticas como cocaína, éxtasis, ketamina...