El otro día se establecía un curioso y animado debate en el artículo en el que hablamos sobre lo que todavía le falta a Marc Márquez. ChachoCBR1000RR preguntaba por qué Casey Stoner era considerado por muchos aficionados un gran piloto si sus números tampoco son extremadamente llamativos y los campeonatos los ganó por una combinación de moto-neumáticos o por tener una de las mejores monturas de la parrilla.
Entre las respuestas que algunos de vosotros le habéis dado, me gustaría destacar por encima de todas la de Overmack, quizás la que más se aproxima a esas razones por las que todavía perdura y perdurará el recuerdo de Casey Stoner y otros en la retina de los aficionados:
El talento de Stoner es como las feromonas, no se puede ver a simple vista, pero lo olfateas. Es su mirada, su forma de hacer las cosas, su estilo salvaje sobre la moto. Sus increibles vueltas rapidas, su entrenos ultra cortos.... Es algo intangible, pero que se aprecia. Kevin Schwantz solo ganó un mundial en toda su carrera, y es una leyenda del motociclismo.Lorenzo por ejemplo, empezó con esa chispa, pero en la primera temporada, después de dos o tres buenos costalazos se le apagó. Stoner pilotaba salvajemente, y pedia motos aun mas salvajes. Lorenzo no para de hablar de lo mucho que sufre con las derrapadas y las apuradas a 300 km/h.
Lorenzo es un gran piloto, pero Stoner es leyenda gane o no gane.
Prácticamente se puede suscribir palabra por palabra este acertado comentario. Y al ejemplo de Casey Stoner o Kevin Schwantz se pueden añadir un montón más de pilotos que incluso sin tener ningún campeonato del mundo son auténticas leyendas. O incluso, que no suele ser lo común, habiéndolo ganado casi todo pero que siguió encandilando a la afición.
Porque las motos no son lógicas en un mundo en el que debería ser lo común. No es lógico que Marc Márquez ganase en su primer mundial en MotoGP, ni que dominase con mano de hierro el actual. No es lógico que Dani Pedrosa no lo haya ganado todavía. Tampoco es lógico que un piloto tan psicológicamente fuerte y preparado como Jorge Lorenzo, tenga su mayor crisis desde la época del 250.
La lógica tampoco nos decía que Valentino Rossi seguiría sonriendo en el podio 17 años después de haber llegado al mundial, pero también en muchos de estos casos suele ocurrir que, y permitiéndome parafrasear las palabras de Roy Batty en Blade Runner: "La estrella que brilla el doble dura la mitad de tiempo, y tu has brillado mucho, Roy."
Casey Stoner pilotaba la moto como si no hubiese mañana. De forma salvaje, en el límite de lo que incluso la cordura como espectador parecía posible. ¿Cómo es posible que no se vaya al suelo en cada curva? Sólo él lo sabía porque ni la telemetría ni los datos fueron capaces de decir a sus rivales cómo era capaz de hacer lo que era capaz encima de la moto.
Kevin Schwantz es otro ejemplo. Sobre su Suzuki, un auténtico carrito de polos fue capaz de arrebatar un campeonato del mundo porque casi obligó a Suzuki a dejar la moto tal y como estaba, y ayudado porque el resto de las marcas les pilló en un año tonto. Ese año tonto que cada cierto tiempo sobre vuela el mundial y deja títulos que nadie se espera en manos de pilotos como Kenny Roberts Jr. o Nicky Hayden.
¿Y qué me decís de Randy Mamola? No hubo manera de que ganase un título. Pero esa combinación de niño malo que le sigue acompañando hoy en día (no creo que muchos pilotos se hubiesen atrevido a darse una galleta con la Ducati biplaza, como la que se dio el año pasado, llevando una personalidad detrás y no huir a otro país) junto con actuaciones memorables lo han llevado a ser recordado y admirado. Barry Sheene es otro gran ejemplo de pilotos que siempre serán recordados más allá de sus logros.
Por el contrario Mike "the Bike" Hailwood ganó casi todo lo que podía ganar (hablamos de él en un especial). 76 victorias, 112 podios, 9 campeonatos del mundo... Y sin embargo, nos apostamos lo que queráis que si Giacomo Agostini no llega a ser recordado como el piloto más laureado, la gente recordaría más el carisma de Mike Hailwood que el de "Ago".
Pero también los pilotos son recordados tras episodios trágicos, que nos impiden llegar a conocer cuál hubiese sido su verdadero potencial. Ahí tenemos a Daijiro Kato, considerado el piloto con más talento que ha salido de Japón y del que todavía están buscando su sucesor. O Marco Simoncelli, llamado a ser el sucesor de Valentino Rossi y que enfrentó y encandiló a las aficiones a partes iguales.
Y es que al final es eso, carisma puro y duro. La propia definición del diccionario en ambas acepciones lo dejan claro: tanto por ser especial como por haber sido tocado por la mano de Dios.
Carisma.1. m. Especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.
2. m. Rel. Don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.
Creo que con esto está todo dicho. ¿No os parece?