Ahí fuera hay muchos amantes de dos mundos habitualmente incompatibles: las motos y las caravanas o camper. Parece un poco difícil llevar a cuestas una moto en una caravana, o viceversa, una caravana enganchada a una moto... O no, porque alguien ha tenido la genial idea de fabricar y enganchar una caravana en un scooter con más de 60 años de historia.
Nuestro protagonista de hoy es Thomas Burick, un hombre que ama tanto a las Vespa como las caravanas. Así que de ese amor ha nacido un invento que roza lo bizarro, y por el que en España tendría que pasar por unas cuantas manos antes de homologarse. Sin embargo, él ya la utiliza en Estados Unidos como complemento a sus fines de semana.
A ritmo de 60 km/h
Thomas Burick es el orgulloso inventor (y profesor) de 'foamie', o lo que ven tus ojos: un remolque hecho de espuma y recubierto de fibra de vidrio. La gente de RVTravel dio con el estadounidense, que se define como un aficionado a las motos, incluidas las Vespas. Pero también comparte mi entusiasmo por las autocaravanas, sobre todo las remolcables con las que ya tiene cierta experiencia.
El módulo de la caravana que va anclado a la Vespa solo pesa 77 kg. La moto puede tirar con ella hasta una velocidad máxima de 60 km/h, lo que no es precisamente poco teniendo en cuenta que la moto tiene un propulsor de 6,5 CV a 6.000 rpm y una cilindradad de 145,45 cc, cambio de cuatro velocidades y un peso total de 95 kg.
Para los que duden de la fiabilidad de sus inventos invento: el hombre ha recorrido 7.000 millas (más de 11.000 kilómetros) con una caravana hecha a mano acoplada a una Honda Ruckus. Recorrió varios estados, entre ellos Pittsburgh, Pennsylvania, a México, y en San José, California, durmiendo dentro. Éxito total.
El hombre construyó el remolque con un toque clásico: basado en un modelo de 1947 llamado Cabin Car. Pero claro, para acoplarlo a una Vespa tuvo que reducir el diseño en un 25 % sobre su tamaño original. Así que se puso manos a la obra con los cimientos y un chasis de aluminio soldado, añadiendo unos neumáticos de 13 pulgadas a la base de un remolque convencional. Luego fue rellenando las paredes con espuma rígida y resistente al agua.
Después vino el resto: soldadura para unir los bloques y paredes al chasis y una capa de pintura impermeable para aisliarlo a la lluvia. Thomas fue un paso más allá y le instaló incluso una pequeña cocina en el interior, y por supuesto, un espacio comedidamente amplio para dormir y guardar las cosas que necesite para los viajes.
Ahora Thomas utiliza el invento no solo para su uso y disfrute personal; como es profesor también dice que lo utiliza pqra enseñar a sus alumnos. Desde luego que para homologar un remolque de ese tipo en España tendría que pasar por bastantes trámites, mientras allí no ha necesitado más que engancharlo y disfrutar de él.