Hoy parece que el tema principal son los políticos poco hábiles, porque esta mañana hablábamos de la norma australiana que obligó a cambiar el frontal de una de las motos más bonitas de la historia. Esta tarde vamos a hablar de una de esas maniobras absurdas que tan bien se les dan a los políticos pero que acaban por costar un dineral a los bolsillos de los ciudadanos que los eligen. Resulta que en 2003, la policía local de Milán anunció que adquiría 108 Scooter eléctricos de la marca Oxigen. Así podrían patrullar la ciudad sin hacer ruido ni emitir gases contaminantes a la atmósfera. Hasta aquí todo más o menos normal.
El problema es que la policía local de Milán no está utilizando esos Scooter eléctricos porque las baterías de los mismos fueron consideradas peligrosas, y en vez de repararlos simplemente los han dejado amontonados en un almacén. Así los 400.000 euros de la compra de esos Scooter eléctricos no ha sido dinero bien invertido, si no que ha sido dinero tirado a la basura. Bueno, a la basura no, porque imagino que los Scooter fueron pagados al fabricante. Ahora para que la policía no vaya andando han pensado comprarles bicicletas, que además de ser algo más baratas tampoco contaminan y hacen que los policías hagan algo más de ejercicio.
La vergüenza era verde y se la comió un burro. Burro que también se comió aquellos billetes lila de 500 euros que diez años más tarde todavía no hemos visto nadie, como la honradez de algunos políticos sin escrúpulos.
Vía | Bikes in the fast lane