Aprilia RSV 1000 Mille '99

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Retomamos las pruebas de motos que todos recordamos con cariño de nuestra infancia o juventud y que tienen el sabor especial de pertenecer literalmente al siglo pasado, antes del efecto dos mil y todo eso que vosotros sabéis. Era otra época, otros tiempos y la moto se vivía de una forma especial. Como especial es el modelo que traemos hoy, que ha entrado por poco ya que es de 1999 pero, sinceramente, hubiese sido una injusticia dejarla fuera. Os presentamos la Aprilia RSV 1000 Mille a la que cariñosamente le hemos puesto el mote de “a la carbonara” porque carbono es lo que no le falta a esta joya que rueda por el norte de España. Y sí, pertenece al mismo propietario que amablemente nos cedió la ya clásica Suzuki GSX-R 750 que pasó hace algunas semanas por estas mismas páginas. Así que imaginaros lo orgulloso que se debe sentir por las mañanas cuando entra en el garaje y ve una al lado de la otra. Bueno, y al lado de una tercera que también probaremos para vosotros seguramente en unas semanas. Sin embargo, lo más llamativo de esta moto es que al contrario de las que hemos probado hasta ahora, no está de serie sino que se le ha mejorado en motor, parte de ciclo, peso, convirtiendo a la ya de por sí rápida “Mille” en un verdadero diablo sobre ruedas. Por cierto, con este artículo aprovecho para felicitarle por su cumpleaños de esta semana y también, por su futura paternidad (otra vez). Ya tiene futuros pilotos para dos categorías diferentes. Aprilia RSV 1000 Mille, la búsqueda Esta prueba también tiene su toque personal porque, reconoceréis, que lo bonito de estas historias es saber cómo ha llegado hasta nuestros días en su excelente estado de conservación. Pues bien, nuestro amigo Sergio sufrió un flechazo con la Aprilia RSV 1000 Mille cuando la vio un día a la venta en un concesionario. Pero no era el momento pues estaba sin trabajo y sin dinero para comprarla. Pasaron los días como en un anuncio. Me lo imagino pegado al escaparate, mirando para ella mientras la lluvia habitual de Asturias le empapaba el rostro. Por fin consiguió trabajo y en cuanto tuvo el dinero necesario para comprarla a “toca teja”, se hizo con ella. Además en una fecha tristemente recordada como fue el 11-M del 2004. La moto por aquel entonces tenía cinco años y unos 21.000 kilómetros. Aunque no os lo creáis por esto de ser Aprilia y demás (que sé que sois un poco cabroncentes), sólo hubo que echarle gasolina y a rodar. Bueno, tenía un pequeño problema con el retén del empujador del embrague, pero nada preocupante. Lo primero que sintió Sergio es que no era una moto normal sino una de carreras con matrícula. Lo primero que se le hizo fue ponerle un escape EVO de Aprilia con su correspondiente EPROM, unas estriberas retrasadas y un cambio invertido. Una vez montado todo junto con un juego de neumáticos Diablo Strada, se fue rodando hasta San Sebastián y a estrenarla en el circuito de Pau Arnos donde nuestro amigo perdió la virginidad con ella. Pasaron los años y ya sabemos que los motoristas somos unos culos inquietos. Sergio empezaba a pensar en una sustituta tipo naked tipo Aprilia Shiver o Triumph Street Triple, pero un día de charlas y risas con Juan (sí, el mismo que se piró el primer día con la GSX-R 750 sin seguro y sin nada), tuvo una revelación: si se hacía con unos carenados de circuito, no la vendería nunca. Y ahí se lió todo. Se abrió la caja de los truenos, de Pandora, se creó un pozo sin fondo... llamarlo como queráis pero esta Aprilia tan especial ya no volvería a ser la misma. Compró los carenados de circuito, unas llantas OZ, un depósito de plástico, bombas radiales, discos wave, power commander, cuerpos de inyección de 57mm, guardabarros de carbono... Y luego ya empezamos a perder el norte a pesar de estar precisamente aquí, al norte: se hizo un carenado réplica de GP con look 8 horas de Suzuka (un sólo faro lateral tipo lupa), colectores de Aprilia Falco, escapes elevados GPR. Luego vino el amortiguador trasero Öhlins, una horquilla también sueca, amortiguador de dirección de Kawasaki ZX-10R... Sí, yo también he perdido la cuenta. Creo que en el colegio no me enseñaron a llegar a números tan altos. Pero lo mejor estaba todavía por llegar porque la moto era... digamos, alegal. No, que narices, era completamente ilegal. Y entonces, me imagino que delante de un plato de pasta se dijo: ¿y por qué no en carbono? Es un hombre de revelaciones, está claro. Así que la Aprilia RSV 1000 Mille adoptó unos carenados completos de carbono, quilla, frontal, ram air, colín, caja de filtro en carbono, espejos Lightech, línea completa Akrapovic, quickshifter y un Power Comander con pantalla que fue usada por Antonio Maeso en una de sus motos del TT y que le compró directamente a él. Actualmente la moto tiene 15 años y 80.000 kilómetros sin ningún problema reseñable. Únicamente un fallo del rodalibre al usar una EPROM super especial de APRILIA del 2003 en una centralita del 1999 (original), al cambiar la SUPER EPROM D a una centralita adecuada, no ha dado ninguno mas. El primer y único reglaje de válvulas se hizo hacia los 60.000km. Luego dicen que rompen... en según qué manos. Aprilia RSV 1000 Mille, características Hablar de las características de esta Aprilia RSV 1000 Mille tan especial es casi imposible. Sobre ella, sólo os puedo decir que el peso se ha reducido en nada más y nada menos que 20 kilos respecto a la versión de origen. Es decir que de los 221 kilos que pesaría con todos los llenos, hablamos de quedarnos por debajo de 200 con una gran mejora en la parte de ciclo. Eso para una moto que también de serie daba unos 112 cv a 9.250 vueltas con un tremendo par motor de 101 Nm a 7.250 y que ahora se ha visto incrementado por las mejoras en el escape, admisión y gestión del motor, hace de esta moto una auténtica moto de carreras matriculable con 15 años a sus espaldas. El motor no es de origen Aprilia sino de otro afamado constructor de propulsores como es Rotax. Bicilíndrico con una V súper cerrada de sólo 60 grados, cuando fue presentada la gente pensaba que sería un cúmulo de vibraciones y problemas. Sin embargo, la realidad fue que el motor estaba perfectamente equilibrado y además era duro como una roca. No quiero adelantar acontenimientos pero digamos que a sus mandos, me recordó a otros modelos bicilíndricos radicales e incluso a su sucesora, comprendiendo que los genes Aprilia en la saga RSV vienen de lejos. Dos bujías por cilindro, inyección electrónica, ocho válvulas, chasis de aluminio, parte de ciclo formada por horquilla con tratamiento antifricción y amortiguador trasero Öhlins, frenos Brembo de 320 milímetros delante y 220 detrás, ruedas 120 y 190 respectivamente... vamos, lo que viene siendo una moto para poco más que sacar de la caja y ponerte a correr con ella (no es la SP, versión homologada para Superbikes pero casi). Con este planteamiento delante de mis ojos y la posibilidad de darme una pequeña vuelta con ella, mis sentimientos estaban encontrados por segunda vez en mi existencia. ¿Quería probarla? Sí. ¿Tenía miedo? Mucho. De nuevo me encontraba ante una moto única, como cuando probé la Ducati Desmosedici, y eso impone mucho respeto aunque ya esté curtido en mil batallas. Repasé mentalmente mi estado actual con el banco y las posibilidades de pedir una segunda hipoteca si algo pasaba y le di al botón de arranque. Pero esto será otra historia, para mañana. Felices sueños. Continuará... Siguiente parte | Aquellas maravillosas motos: prueba Aprilia RSV 1000 Mille “a la carbonara” (conducción)

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