Cuando llego a la primera zona urbana de verdad, dos filas de coches se encuentran parados en el semáforo con bastante espacio entre una y otra fila. Con los espejos abiertos, es prácticamente imposible pasar entre los coches, y me di cuenta de que es fácil golpearlos ya que suelen estar a la misma altura. Entre el manillar manillar de gran tamaño y el ancho de los espejos que sobresalen mucho, la maniobra es imposible.
Entonces fue cuando decidí meter hacia dentro el espejo derecho, y casi no lo volví a usar en toda la semana, excepto cuando me movía por carretera abierta. Solo con el espejo izquierdo era suficiente para moverme entre el tráfico, aunque he de decir que éste se encuentra situado muy abajo y habrá que mover la vista rápido si no queremos llevarnos algún susto cuando el coche de delante frene de forma imprevista y estemos pendientes de lo que pasa a nuestras espaldas. Lo bueno del sistema de espejos integrados en los “paramanos”, además de que estéticamente queda muy bien, es que estos se pueden meter y sacar de forma rápida y cómoda, pudiendo hacerlo en marcha a medida que nos acercamos al semáforo. Luego, y mientras arrancamos podremos volver a colocarlos en su posición original sin problema.
Entre los coches la posición de conducción es óptima, ya que nuestra cabeza va situada un poco por encima del tráfico, de forma que podremos elegir por dónde meternos sin demasiado problema. Además el asiento es bastante bajo para una moto de este estilo, tanto que yo con mis 1.76 metros de altura (lo se, no soy Gasol) llegaba perfectamente al suelo con ambos pies al mismo tiempo. Además demuestra ser una moto ágil, ya que a pesar de medir algo más de dos metros de largo y pesar 179 kilos, los movimientos son fáciles y circularemos con soltura por cualquier tipo de calles.
En los semáforos habrá que resistirse para no salir dando gas a fondo. Si lo hacemos la rueda delantera se levanta en primer y en segunda, al mismo tiempo que dejamos atrás a todos los que nos acompañaban en la línea de detección. Y es que los 90 caballos de la Hypermotard muestran su fuerza sobre todo en la parte media-baja del cuentarevoluciones. De hecho entrega 102,9 Nm de par a 4.750 revoluciones por minuto. Con esta fuerza debajo del puño derecho, he de admitir que no hubo ni un solo día en que no me resistiese a pegar un golpe de gas en el rasante que hay llegando a mi casa. Que bien me lo pase!
Todo el que sepa un poco de motos y vea la Hypermotard, sabe que los puertos de montaña “ratoneros” son su lugar ideal, dónde muestra con más fuerza de lo que es capaz. En curvas la moto va de fábula y la verdad que le da igual que éstas sean rápidas o lentas. La estabilidad es muy buena, gracias al chasis tubular que está muy bien puesto a punto. Además las suspensiones, aunque no son duras como en otras motos más deportivas (de ahí el confort de la Hypermotard), permiten disfrutar de trazadas rápidas o lentas por igual. Saliendo de las curvas debemos tener cuidado de ir en la marcha adecuada y no darle demasiado al gas si no queremos salir en una rueda.
Cuando queremos rodar rápido de verdad, lo mejor será echar el cuerpo un poco hacia delante, casi sentándonos encima del depósito. En esta posición tendremos un mayor control sobre la moto en las frenadas, permitiéndonos meterla en las curvas en el momento oportuno, y salir de ellas de forma más rápida al cargar el peso sobre el eje delantero y evitar que éste se levante.
Continuará...