Algo está cambiando en Harley-Davidson a pasos agigantados. La fábrica de Milwaukee está esforzándose por cambiar el rumbo de su modelo de negocio y después de haber abandonado su inmovilismo para convertirse en algo más que una empresa de motos custom han puesto también la mirada en un sector desconocido hasta la fecha: las motos compartidas y los patinetes eléctricos.
Las últimas noticias de Harley-Davidson nos llevan hacia caminos muy distintos a los que nos tienen acostumbrados. Desde que anunciaron la producción de una maxitrail, una streetfighter y la llegada de su primera moto eléctrica no han dejado de sorprendernos. Ahora el objetivo de H-D se ha puesto en un escalón muy inferior, alcanzando nichos tan mainstream como el de los patinetes.
Un modelo diametralmente opuesto a las grandes custom, pero complementario
En otros ámbitos de la industria de la movilidad, algunas marcas de coches tradicionales como Volvo ya anunciaron que a medio plazo dejarán de ser meros fabricantes de vehículos para convertirse en oferentes de soluciones de movilidad.
El coche compartido es una realidad que cada día está más cerca en ciudades saturadas de vehículos de los que aquellos en propiedad de manos particulares se estima que permanecen en desuso el 94% de su vida útil. Este modelo, a menor escala, se está planteando también en las motocicletas aunque en éstas es mucho más complicado debido al factor pasional de las dos ruedas.
Aún así, Harley-Davidson se ha propuesto ser algo más que la marca de motos custom nacida en 1903. Además de presentar el lanzamiento para finales de 2019 de la Harley-Davidson LiveWire como la primera moto eléctrica full size de una marca tradicional, los americanos tienen preparados dos conceptos más asociados con un uso completamente distinto al que entendemos relacionado una Harley.
En Milwaukee están tan convencidos de que el futuro es eléctrico y quieren conquistar a un público mucho más joven que el habitual que se presentaron en los X-Games de Aspen con sus dos modelos preserie. El primero es como una pequeña moto de cross, como una bici de descenso sin pedales, movida por un motor eléctrico para un uso de ocio.
En el segundo caso nos encontramos con que Harley-Davidson ha preparado la reencarnación de su Topper de los años 60, un scooter pensado para moverse por ciudad con cierto rollo surfero y sobre el que se asentarían los principios de una nueva rama del negocio: las motos compartidas. Aunque bueno, en realidad esto no sería exactamente así.
Mientras en España las empresas de motosharing como eCooltra, IoScoot, Movo, Acciona, Muving o COUP ya ofrecen servicios de motos compartidas, otras empresas siguen confiando en el modelo de los patinetes eléctricos compartidos. El rebufo de empresas como Lime o Bird ha despertado el interés de Harley-Davidson.
Jeff Strunk, vicepresidente de producto de Harley-Davidson, en una entrevista a CNN reconoció recientemente que "hay una oportunidad de negocio ingente. Para los clientes que usan Lime o Bird, ¿cómo podemos ofrecer una experiencia mucho mejor asociada a la marca Harley-Davidson y nuestra forma de ver la vida?".
Harley-Davidson está ávida de una nueva vía de negocio que les saque de una espiral de pérdidas de ventas que año tras año minan sus estadísticas. La intención de H-D es tan clara como que si no varían al menos en parte su planteamiento estarán abocados a un mercado implacable que cada vez les relegará a un plano lejos de la luz de los focos.
En Harley-Davidson necesitan recuperar protagonismo y su clientela tradicional cada vez les es menos fiel y no encuentra relevo generacional. Sin duda que se están esforzando por insuflar aire fresco en la marca del águila y el escudo.