Bien, no llueve. Pero no ha parado en toda la noche y la carretera está mojada, aunque confío en que se seque a medida que transcurre el día. Me vuelvo a vestir de romano, de romano mojado, y volvemos a la carretera, esta vez en compañía de Pitbull, uno de nuestros lectores.
Ahora, a ritmo ligerillo, aparecen cosillas que no había notado el día anterior. Por ejemplo, a velocidad sostenida por autopista, entre 120 y 130 km/h de marcador, el motor gira a unas 5.000 vueltas, y los puños del manillar vibran bastante. Sin embargo, en los pies no se nota nada, y eso que no equipa gomas en los estribos. Da la sensación que los contrapesos montados no son los adecuados.
BMW F800R, entre curvas
Metidos en harina, la moto permite descolgarse con facilidad. Las suspensiones, bastante secillitas y sin regulación delantera, cumplen bien su cometido, aunque si empiezas a jugar en la parte alta del cuentavueltas, las transiciones de apertura-cierre de gas descomponen un poco el chasis de la moto. Quizás sea más cuestión de confianza, pues la moto no perdía la trazada, pero los meneos aparecían.
En el apartado de frenos no había problemas, con una buena dosificación y potencia. La maneta de freno es regulable, aunque el tornillo no se quedaba en la situación que le marcaba, y volvía a situarse muy cerca del puño. Como tengo los dedos largos, la volví a llevar a la posición más alejada y se quedó por fin fija, pero para situaciones intermedias no sirve esta solución. Por último, si apretas con decisión la maneta, el ABS actúa durante un momento, como si no fuese capaz de digerir el primer instante de la frenada.
El motor responde muy bien desde abajo, aunque entre 4.000 y 5.000 vueltas tiene un bache bastante acusado y molesto, teniéndote que acostumbrar a ir por encima de la mitad del cuenta revoluciones para poder exprimir toda la potencia del motor. La banda ideal de uso se encuentra entre las 6.000 y las 8.000 vueltas, aunque a ese régimen da la sensación de llevar el motor un poco “apurado”.
BMW F800R, el pasajero
Pasando al asiento del miedo, la posición es muy buena, de las mejores que he probado para Moto22. Dispone de dos asas laterales, y los estribos están colocados de forma que casi formas un ángulo de 90º con ellas. En ningún momento sientes las vibraciones del motor y el asiento es amplio y cómodo. BMW sigue mimando al pasajero.
Si por el contrario prefieres colocarte en una posición más deportiva, los brazos llegan de forma fácil al falso depósito, pudiendo ayudarte en él durante las frenadas. La situación es sólo un poco más alta que el piloto, por lo que estás protegido del viento. Por cierto, la pequeña cúpula que equipa de origen, protege más de lo que parece, dirigiendo el aire justo a la zona del casco. Si haces un poco la tortuga (escondes la cabeza) se puede viajar sin mayores problemas a ritmos medios. Si por el contrario, tienes poco aprecio a tus puntos, deberás hacer ejercicios para tener un cuello como Fernando Alonso.
Pues no se comporta mal la moto alemana…