Antes los desiertos eran, eso, desiertos. No había absolutamente nadie en un lugar tan inhóspito. Sólo arena, dunas y alguna criatura adaptada durante años de evolución a las temperaturas extremas y a la escasez de agua. Ahora aquello se ha convertido en una especie de centro de entretenimiento para los adictos a la gasolina con ganas de diabluras.
Los pilotos de motocross y freestyle encuentran en las dunas unas rampas perfectas para volar decenas de metros, hasta que de pronto un coche se cruza en tu camino en pleno vuelo. No hay nada tan aterrador como saber durante un salto que algo va mal, pero si además es una mole de más de dos toneladas la que se mete en tu trayectoria el acojone tiene que ser máximo.
Por suerte para el piloto y su KTM, no hubo daños personales ni apenas materiales. Se puede apreciar cómo el motorista volador acelera instintivamente para levantar la rueda delantera en el aire y sólo la trasera acaba por aterrizar sobre el capó del coche. Y menos mal que el conductor del Jeep frenó, porque si hubiera avanzado unos centímetros más el impacto habría sido contra el parabrisas o el techo.
Curiosamente, el Jeep Wrangler contra el que el piloto choca en su caída es un coche de la Federación Catarí de Motor y Motociclismo (QMMF), así que supongo que la comitiva sabía lo que allí se estaría haciendo.