De vuelta en Madrid me acerque a ver a la gente del Scooter Club Madrid, que estaban en medio de su Rally anual. La suerte es que no me apedrearon por llevar una moto tan distante de un Scooter Clásico, y me dejaron acompañarlos en la ruta que hacían desde Príncipe Pío hasta El Pardo, unos 30 Km con una buena parte por ciudad.
Aquí encontré el principal punto flaco de la Street Triple, el tráfico urbano. Pero no porque sea brusca o porque sea incomoda, no el problema es que ese día en Madrid hacia bastante calor, y a pesar de que la Triumph monta un radiador bastante grande, cuando se pone en marcha el ventilador se desata el infierno a la altura de tus muslos. Esto no es un problema que incapacite la moto para su uso ciudadano, pero si que te hace pensarte mucho el trayecto que vayas a hacer en ciudad, porque como te pillen atascos y haga calor al final llegarás con las piernas bien cociditas.
El reducido radio de giro tampoco te ayuda mucho a culebrear entre los coches, así que si te ves en esta situación de atrapado en un atasco, tómatelo con resignación y disfruta de las caras que ponen los de los coches cuando te ven sobre una moto tan espectacular.
En definitiva la moto ha pasado la prueba con una nota muy alta, ya que es muy divertida en curvas, tiene una postura de conducción bastante cómoda, y su motor es un autentico cohete de tres cilindros. Aunque algunos piensan que el tricilíndrico puede vibrar demasiado, antes de devolver la moto grabamos un vídeo que veréis en breve y en el que, con el motor en marcha, se aguanta una moneda puesta de canto sobre el depósito.
Mi más sincera enhorabuena para los diseñadores del motor, porque han conseguido una máquina casi perfecta que aúna las prestaciones de un cuatro cilindros con la patada de un bicilíndrico ¿Quién quiere más?
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