Ayer nos quedamos bañandonos en el río Cinca con una tormenta amenazandonos, por lo que tuvimos que dejar el chapuzón y salir corriendo para evitar el remojón. Por suerte el agua nos respetó hasta que estuvimos a salvo en el pueblo. En total realizamos unos 83 kilómetros con la única incidencia de un pinchazo en la P 200 E de Simón, el más “desastre” de los cinco ya que no recordó revisar sus neumáticos antes de salir de casa. Así que tuvimos que prestarle una rueda de recambio para seguir la ruta sin mayores problemas. La suerte de llevar rueda de recambio y una hinchadora, que no siempre se conserva la presión tras montar la rueda y llevarla ahí durante meses.
Gistaín, Ainsa, Gistaín
El segundo día, volvimos a cargar nuestros equipos de agua y nos fuimos de nuevo en dirección sur, pero esta vez con intención de ir hasta Ainsa, la “capital” de la zona a visitar su castillo y el barrio antiguo.
Ainsa es un pueblo que históricamente ha sido la cabeza de la comarca y está situada sobre el encuentro de los ríos Cinca y Ara. Fue edificada según cuenta la leyenda en el 724, pero su primer castillo data del siglo XI cuando fue linea defensiva de los territorios cristianos de la época. Ya en 1124 el rey Alfonso I le otorgó la carta puebla. Su castillo fue reconstruido varias veces, datando la ultima del siglo XVII. Este castillo tiene un gran patio de armas con arcos que se abre a la plaza mayor.
Esta ruta fue de 85 kilómetros sin ninguna incidencia. Como curiosidad Ainsa tiene un parking en el que nos cobraron tres euros por aparcar las cuatro motos que íbamos, mientras que un coche paga un euro y medio. Pero después descubrimos que entrando por la zona de “solo residentes” puedes aparcar la moto en la plaza mayor sin tener que pagar nada. Habrá que apuntarlo para próximas excursiones.
Por la zona te cruzas constantemente con motos de gran cilindrada que recorren los pirineos arriba y abajo, llegando en algún momento a quedarse bastante sorprendidos al cruzarse con cuatro Vespas en una zona tan alejada de las grandes ciudades. Incluso en Gistaín, alguna señora octogenaria llegó a pedirnos permiso para hacerse una “afoto” con unas motos tan curiosas como las Vespas.
Gistaín, Bielsa, Gistaín
El último día lo teníamos reservado para hacer la ruta norte por la carretera de Bielsa y pasar hasta el lado francés de los pirineos, pero por culpa de un tiempo cada vez mas amenazante y una pequeña sublevación al negarse a pasar un túnel de tantos kilómetros seguidos nos quedamos con las ganas y volvimos a la base para hacer otra ruta en coche y sin mojarnos. Seguro que pensareis, vaya panda de rajados, pero os puedo asegurar que rodar bajo una tormenta con aparato eléctrico de las que se montan por esa zona no es plato de buen gusto para nadie. Y si a esto le sumas unas ruedas de diez pulgadas con suspensiones de poca calidad tienes el cóctel perfecto para darte la torta del siglo.
Como ya os he comentado al principio del post las vacaciones de este año han sido de menor envergadura que las del año pasado, pero os puedo asegurar que la compañía ha sido lo mas grato del viaje y eso que los valles, ríos y paisajes de esa parte del pirineo Oscense son excepcionales. Gracias a Pitu, Romina, Adrián y Simón que han compartido conmigo estos días de vacaciones de verdad. Ah, y gracias a Romina que ha sido la que ha ido haciendo fotos todos los días. Sin ella no tendría material para ilustrar los post.
En Moto22 | Tres días en los Pirineos 1/2