Regalar cascos sin usar de motoristas fallecidos para que nadie se olvide de ponérselo. Suena radical, pero ya está en marcha

Regalar cascos sin usar de motoristas fallecidos para que nadie se olvide de ponérselo. Suena radical, pero ya está en marcha
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En cualquier parte del mundo subirse a una moto sin casco es una temeridad, y en la gran mayoría de países, penada por ley. La racionalidad de cada motorista de ponérselo o no es diferente, y varía mucho dependiendo de la localización geográfica. En España es casi impensable ver a alguien sin casco en moto. O se monta un lío como este policía.

En Tailandia no. Ir sin casco allí es bastante común, a pesar de que las autoridades se esfuerzan por castigar este comportamiento, les es difícil. Así que van a empezar a regalar cascos (sin usar) de motoristas muertos para concienciar.

Tailandia asusta con las cifras de motoristas fallecidos

Dicen que no hay mejor arma que la conciencia. Y eso, contra todo pronóstico, es aplicable a un gran número de situaciones. Por ejemplo, la de tratar de concienciar a los taialndeses de que se pongan el casco cuando se suban a una moto.

Controlar a las grandes masas es muy difícil, y conseguir que las 22 millones de personas que tienen motos registradas en Tailandia lleven casco, también.

Un problema muy común que se explica con tres cifras: 22.134 accidentes de moto en 2020, 19.226 heridos y 6.142 muertos encima de una moto. Son los últimos datos conocidos, y estamos hablando de tiempos de pandemia. Otras fuentes dicen que de los 12.000 muertos al año, el 74% son motoristas (8.800).

Quien ha viajado a Tailandia sabe de primera mano que la norma general es no llevar casco. No hace falta establecer una comparación para entender la relación numérica entre tantas muertes y un obvio y sistemático desuso del casco.

Casco Tailandia 2 2024

Ante semejante cifra, el gobierno tailandés ha decidido utilizar el arma de la conciencia, visto que el arma del castigo es materialmente insuficiente. En consecuencia, van a empezar a repartir cascos de motoristas fallecidos en accidentes de tráfico para que, quien se suba a una moto, se piense dos veces lo que le ha pasado al antiguo dueño.

Estos cascos, evidentemente, no están accidentados ni han sufrido daños, sino que han sido cedidos por la familia en una recogida organizada por el gobierno. Los cascos entregados llevarían una pegatina en la que se explica el motivo de la campaña.

Es una campaña dura, contundente y hasta tétrica depende del punto de vista del que se mire. Pero la concienciación es un arma infalible en muchos casos, más cuando hay muertes de por medio.

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