Todo ha subido. Ha subido el precio del pan, del aceite, de las motos... Y de la Kawasaki de 48 cilindros. La mítica moto que hace unos años marcó un hito en internet ha sido vendida hace poco por su dueño, que jamás se imaginó que se podría jubilar gracias a ella.
El hombre que la construyó legalmente para circular por carretera ha decidido venderla. Y ha ganado un auténtico pastizal. Ahora pasará a otras manos, y podremos seguir viéndola en convenciones y quedadas de motoristas.
Tiene un récord mundial
Su nombre es Simon Whitlock, y un buen día hace unas cuantas décadas se propuso la loca idea de crear una moto con 48 cilindros. Nunca se imaginaría que esa moto supondría el pasaporte a una jubilación tranquila, porque la acaba de vender por un auténtico pastizal.
En su defensa, diremos que el que la ha comprado se lleva una auténtica moto de récord. Bajo su asiento un Guinness World Record al vehículo funcional con más cilindros del mundo, además de romper cuellos en los salones de motos donde va.
La moto nació en e laño 2003. En ese año, Simon decidió ponerse a trabajar en su garaje con algo de chatarra que le sobraba. Tenía unas cuantas y viejas Kawasaki KH250 desperdigadas, y si las juntaba, podría salir un auténtico monstruo. Y salió.
La base de la moto sería la KawasakI 250 S1, y que originalmente llevaba un motor de tres cilindros y 250 cc que rendía 31 CV. Empezó a ensamblar los 48 cilindros de las Kawasaki KH250 hasta formar un auténtico mastodonte que en realidad tenía 49 cilindros porque tiene un motor extra de dos tiempos y 125 cc que solo hace las veces de motor de arranque.
Es tan larga que el conductor apenas llega al manillar de la moto desde el asiento. Un voluminoso aspecto con seis filas de ocho cilindros S1 extraídos de los 16 motores de dos tiempos de las Kawasaki KH-250. La transmisión, en cambio, es alemana, de una BMW K100.
En total, 4.200 centímetros cúbicos de ronroneo japonés. Una labor que hizo completa y enteramente él solo sin la ayuda de nadie más, y metido en el garaje de su casa. Todo lo hizo él: desde el sistema de combustible, pasando por el escape, hasta el acelerador y el sistema de encendido.
Esta moto vale su peso en oro. Son 600 kilos de moto, y el jubilado la ha vendido por un módico precio de casi 110.000 euros.